viernes, 1 de diciembre de 2017

Primer Encuentro Regional de Economías Sociales, Solidarias y Feministas: colectivizando nuestras resistencias



Camila Flores y Rocío Alorda
El centralismo hoy permea todos los espacios nacionales: los discursos sociales, los relatos periodísticos, las políticas públicas, las posibilidades laborales, y en el caso del feminismo, se invisibilizan las resistencias que las mujeres han dado, desde el mundo urbano y rural fuera de las capitales regionales.
Las mujeres -no siempre autodenominadas feministas- han levantado desde diversos espacios en la Región de Los Ríos -como en Chile- experiencias que cuestionan el orden capitalista y patriarcal, expresándose en propuestas políticas y acciones concretas tan potentes como la soberanía alimentaria y la protección de los territorios.
Como Marcha Mundial de las Mujeres, cuestionar el modelo económico y cultural está a la base de nuestro quehacer, por eso la “economía feminista” toma relevancia y articula nuestras acciones ya que vemos ahí una posibilidad de mirar prácticas situadas de transformación social, atendiendo a los contextos culturales tan disímiles entre sí en nuestro largo país.
Para comenzar a conocer y reflexionar en conjunto desde las experiencias comunitarias conceptos como “economía feminista” y “economía solidaria”, el Colectivo VientoSur y la Marcha Mundial de las Mujeres, realizamos el 4 de noviembre en Valdivia el “Primer Encuentro Regional de Economías sociales, solidarias y feministas”, en el Espacio Canelo Lawen, actividad que contó con la presencia de más de 40 representantes de organizaciones sociales de territorios como Panguipulli, Paillaco, costa valdiviana, Tralcao Mapu (San José de la Mariquina), Valdivia centro y Osorno, entre otros.
La alianza que VientoSur y la Marcha Mundial de las Mujeres llevamos hace más de cinco años, ha permitido generar espacios comunes de reflexión y trabajo en temas como cuidado del medioambiente, buen vivir y feminismo. En esta ocasión, se buscó gestar nexos entre diversas organizaciones de la Región de Los Ríos que han apostado por realizar prácticas económicas distintas al modelo neoliberal, a través de la organización comunitaria con participación activa de mujeres campesinas y de pueblos originarios.
Explotación de bienes comunes y desigualdades en la región
En la región de Los Ríos como en el país, la distribución de la tierra es altamente desigual. El 10% de los terratenientes de la Región tiene el 85% del total de la superficie de la tierra, y son las mujeres las más perjudicadas, ya que muchas veces la tenencia de sus campos está a nombre de sus maridos. Otra dimensión que justifica la necesidad de articularse en torno a la economía feminista es la brecha salarial: la mujer alcanza un 70% del salario del hombre, y a la vez, en cada nueva medición hay más hogares con jefas de hogar, lo que genera una feminización de la pobreza. Por otra parte, la doble jornada laboral -trabajo remunerado y trabajo del cuidado- conlleva consecuencias en nuestra salud física y mental.
Vemos, por lo tanto, en la economía feminista una posibilidad de cuestionar el orden económico para visibilizar otras formas de organización económica más igualitaria, cuyo eje central esté en la vida de las personas y en la protección de los territorios, no en el mercado. En la región existen diversas iniciativas por lo que diagnosticábamos como una necesidad conocerlas, generar intercambios entre ellas y articular espacios de trabajo común.
Primer encuentro: de la reflexión a la acción
Este “Primer Encuentro Regional de Economías Sociales, Solidarias y Feministas”, fue un espacio de reflexión colectiva sobre los diversos efectos que tiene la estrecha relación entre capitalismo y patriarcado en nuestro territorio y en la vida de las mujeres, discusión organizada en dos paneles con expositoras/es, para posteriormente revisar el desarrollo de estrategias de articulación colectiva para encaminarnos a visibilizar y subvertir tales opresiones.
La primera mesa titulada “Experiencias de economías locales y solidarias como alternativas al extractivismo y el monocultivo”, tuvo como objetivo mostrar organizaciones de economías solidarias y activistas regionales, quienes enfocaron su mirada en sus luchas territoriales. Expusieron Beatriz Chocori representante de “Espacio Trafkintuwe” de Panguipulli y Juan José Bucarey, de la Cooperativa “Semilla Austral”.
Beatriz Chocori explicó cómo su territorio se ha convertido en un lugar de disputa entre el Estado y las empresas privadas interesadas en los recursos naturales de Panguipulli. En ese sentido, señaló que su organización se enfoca en entregar información a las comunidades y aprender en conjunto sobre el conocimiento mapuche para proteger y defender el territorio.
De este modo, la economía es la primera instancia de autonomía, y por eso, su organización realizó un diagnóstico para conocer qué se estaba cultivando en la zona y así poder rescatar las prácticas de cultivo ancestral. A través de dicho diagnóstico se evidenció que la mayoría de las personas se dedica al cultivo hortícola pero vinculado a los bosques. Así surgió la iniciativa “Huerta Mapuche”, que busca relevar todos los conocimientos ancestrales en cuanto a la producción vinculada a nuevas prácticas, como la agroecología, la restauración de bosques y los alimentos que ellas y ellos generan. Beatriz destacó cómo en su zona se ha constituido una red que promueve la soberanía alimentaria, que tiene como objetivo proveer el cultivo de alimentos sanos, productos con identidad, recuperar las semillas y volver a valorar todo lo que la huerta puede producir.
Por otro lado -comentó Beatriz- se recuperó un espacio que correspondía a la antigua bodega de ferrocarriles, espacio que hoy se denomina “Trafkintuwe”. Este lugar sirve para articular y gestionar todos los procesos que se desarrollan junto a diferentes organizaciones y comunidades mapuche de Panguipulli, articulando diferentes economías de la comunidad, que comparten ideas e iniciativas de trabajo, en circuitos educativos más que turísticos.
Por su parte, Juan José Bucarey, representante de la Red de Semillas Austral, comentó la experiencia de la red nacional compuesta por agricultores y agricultoras que focalizan su accionar en desarrollar diferentes actividades como intercambio de semillas, educación, etc. Explicó que la red promueve tres principios básicos: semillas libres de transgénicos; semillas libres de agrotóxicos; y, semillas libres de propiedad intelectual pertenecientes a las comunidades. Estos principios permiten que la comunidad pueda ejercer la soberanía alimentaria y terminar con los transgénicos que atentan contra la diversidad de especies en los territorios.

Juan José detalló que la cooperativa surgió para formalizar la red de semillas libres y generar así una economía social de mayor alcance, como una estrategia más clara de resistencia política. Si bien la idea surgió como un espacio para socializar conocimientos, se ha convertido en una sociedad sin fines de lucro, donde los y las participantes venden e intercambian sus productos y además pueden tributar. También se intercambian conocimientos, generando actividades educativas con diferentes talleres destinados a las personas de la red, en temas que van desde fitocosmética hasta gastronomía.

La segunda mesa, “La economía feminista y sus expresiones de resistencia tales como la soberanía alimentaria y precarización del trabajo femenino” tuvo como objetivo conocer feministas populares y su crítica a la economía actual. Las expositoras fueron Eva Maldonado, representante de la organización “Paimuri” y Presidenta del Mercado de la Tierra Paillaco, y Sandra Barrientos, Presidenta del Sindicato Unimarc Región de Los Ríos. Esta mesa puso en común diversas experiencias sobre lo que implica en la vida de las mujeres ejercer puestos de dirigencia, los costos asociados a ello y lo importante del desarrollo de la autonomía económica.
Sandra Barrientos, presidenta del Sindicato Unimarc Región de Los Ríos, abordó su experiencia de dirigir una organización mixta, espacio al que entró hace nueve años motivada por organizar a las y los trabajadores contra el abuso de la empresa. Tal como señaló, desde el inicio fue difícil organizarse en sindicato pues la empresa amenazaba con despidos, sin embargo, después de una fuerte lucha y organización, se formó una federación donde hay más de 11 sindicatos y donde más del 80% de sus participantes son mujeres jefas de hogar con hijos/as. Esas mujeres parte del sindicato son las que enfrentan mayores obstáculos por parte de la empresa, como sueldos bajos, descuentos por licencias, pocos beneficios, enfermedades psicológicas asociadas al trabajo y cuidados -estrés, depresión-, castigo a las faltas de tiempo, etc. Por tanto, el mecanismo central de lucha para mejorar tales condiciones laborales han sido las negociaciones colectivas. La lucha de Sandra se ha focalizado en enfrentar a la empresa por los abusos que genera contra las mujeres, lo que les ha permitido crecer y aprender a enfrentarse contra gerentes, quienes antiguamente la intimidaban, mientras que ahora se para con fuerza y voz clara, lo que se ha traducido en credibilidad y apoyo entre las y los sindicalizados.

Por su parte, Eva Maldonado, representante de la organización Paillaco Mujeres Rurales e Indígenas (PAIMURI) y Presidenta del Mercado de la Tierra Paillaco, comentó el proyecto de agricultura de las mujeres de campo que han levantado en su comuna, donde reconoció los aportes de la agroecología como el “rescate ancestral donde el trabajo acorde con el medio ambiente por medio de prácticas y formas de producción a través de la conservación sana y limpia de los alimentos”. Tal como explicó, PAIMURI se conforma por 23 mujeres y se especializa en capacitación política, social y cultural, rescate de saberes y sabores ancestrales, y un fuerte trabajo en empoderarse colectivamente para enfrentar el machismo.

En Paillaco, Eva junto a otras mujeres, crearon el Mercado de la tierra con la temática slow food [comida lenta] movimiento que nace en Italia para enfrentarse a la comida rápida o comida chatarra. En este espacio participan diversas agrupaciones de agricultoras agroecológicas como el Comité orgánico de Paillaco, Paimuri, Pewma mujeres de sueños, Ancafú, comunidad agroecológica Weiche, La Veguita y organizaciones de distintas partes de la comuna de Paillaco. En la organización se han enfrentado a factores como el individualismo presente en las mismas personas que comenzaron a integrarla, pues era costumbre en sus organizaciones de base capacitarlas para la competencia desde una forma de organización patriarcal. “Ha sido difícil, pero se ha avanzado, forjando un espíritu de hermandad, solidaridad, respeto mutuo, aprender a compartir para decidir en conjunto ser mujeres con igualdad de derechos y oportunidades”, sostuvo Eva.

Taller: reconocimiento de prácticas de economía feminista para la articulación social
Las experiencias y reflexiones puestas en común reflejaron la necesidad de abrir espacios para compartir estrategias y articularse ante los abusos del modelo. Por eso, el encuentro contempló la realización de un taller para identificar acuerdos, perspectivas, horizontes y anhelos de trabajo común, que permitirán generar luchas colectivas en los territorios de la región.
En ese sentido, se identificaron los siguientes desafíos que enfrentan las organizaciones: la necesidad de realizar intercambios de saberes y compartir experiencias locales (Minga de la quínoa en Tralcao, mercado de la tierra en Paillaco, etc); generar sistematizaciones -escritos y audiovisuales- del trabajo de estas organizaciones y sus dirigentes/as; articular espacios de formación para mejorar la expresión oral y kinestésica fortaleciendo y motivando nuevos liderazgos de dirigentes sociales; caracterizar el feminismo situado desde nuestra región y crear espacios de formación en hierbas medicinales de parte de las ñañas.
Estas necesidades colectivas, serán abordadas en un trabajo proyectado para el año 2018. Por nuestra parte, desde la Marcha Mundial de las Mujeres-Chile, este encuentro nos desafía a continuar un trabajo en red para intercambiar saberes, generar confianzas más profundas que permitan dar un horizonte feminista y articulado en la región, y sobre todo, fortalecer un espacio de reflexión – acción desde la economía feminista por y para las mujeres y sus comunidades.

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