Fernanda Latani M. Bravo
El Istmo de
Tehuantepec, ubicado al sur de México, en donde se encuentran los vientos del atlántico
y del pacífico, ha sido persuadido históricamente por propuestas políticas y
económicas que apuestan al “desarrollo social”. Hoy a catorce años de la
implementación del primer parque eólico en territorio zapoteca, la población, a
comparación de otros momentos de resistencia que ha vivido, comienza a
articular nuevas estrategias para contraponerse así a la muestra de imposición
y despojo ejercida por el Estado para beneficiar al capital.
En este sentido,
históricamente las mujeres zapotecas regidas desde un compromiso ético y
político con su identidad indígena, ahora se oponen al más grande proyecto
neoliberal de Oaxaca, México, los parques eólicos. Concebidos como esas
infraestructuras gigantescas generadoras de energía renovable, lo que se
identifica como parte de la materialización del modelo neoliberal en México.
La particularidad
de esto, es que las mujeres zapotecas aún inmersas en este sistema patriarcal,
han sido reconocidas como sujetas políticas en la lucha, lo que se incluye como
un anexado más a las grandes movilizaciones sociales en América Latina en
contra de los megaproyectos multinacionales, originados, organizados y
encabezados por mujeres indígenas.
I.
Los
Megaproyectos en el Istmo de Tehuantepec y la ahora política eólica neoliberal
Hablar
de los megaproyectos dentro de una modernidad capitalista, es también situarlos
en tiempo y espacio como componentes de una nueva América Latina, la nueva
América Latina de la política del despojo, del extractivismo y de la
militarización de los territorios.
Es
así, que, frente a la emergencia de los movimientos sociales, se pueden situar a
la par, las transformaciones espaciales en distintas escalas, tanto en el
ámbito rural como en lo urbano, teniendo como fundamento los avances
tecnológicos, desarrollo científico y teorización especializada (en su mayoría
de corte positivista), para producir nuevos espacios: los megaproyectos.
Frente al cambio de patrón
de especialización productiva y la entrada del modelo neoliberal a México, se
ha abogado por resignificar la problemática de los megaproyectos como un asunto
desde la totalidad. Ya que, desde aquí, se intenta dar cuenta de ciertos
procesos de estructuración de la vida social a lo largo de la temporalidad,
ajustes y reacciones imperantes en espacios territorializados siempre;
transgrediendo las relaciones sociales, donde mediante las tácticas resucitadas
de un capitalismo tardío, se ejecutan los procesos de un despojo físico, social
y cultural.
La comprensión de los
megaproyectos y con ello, dar parte a una política eólica, se debe explicar desde
las articulaciones de la lógica del capital, cómo se da la reestructuración de
la economía y, sobre todo, de las nuevas políticas en América Latina, precisamente
es ahí donde se inserta un corte paradigmático sobre las políticas que implementará
el Estado moderno para la ejecución y permanencia de tales proyectos con
capital de iniciativa privada, situando el cómo se articulan y cómo se ejecutan
otros poderes internos para su creación.
De esta
manera, los megaproyectos eólicos, sobre todo, han sido concebidos como
propuestas de desarrollo social que traen consigo ofertas laborales, incremento
de actividades económicas, turismo, y por supuesto, la generación de energías
limpias.
Aunado
a esto, el eje que atraviesa la problemática de los parques eólicos como
generadores de energía renovable, se inscribe en el discurso moderno de lo
sustentable, lo limpio, lo ecológico, lo amable con la naturaleza. Sin embargo,
sabemos que el capitalismo per se y más aún, en su fase neoliberal, no puede
concebirse como sustentable, ni mucho menos amable.
La
megainfraestructura que conlleva su implementación en terrenos de propiedad
comunal, así como las maniobras que ejerce el Estado mexicano para dejar entrar
al capital privado, no representan más que la materialización de una muestra de
la apropiación de espacios indígenas para dar paso a la producción de nuevos
espacios para el capital.
El
panorama no es ajeno a otros países de nuestra América Latina, ya que los
mecanismos son en demasía los mismos, pero la particularidad de los parques
eólicos, el discurso de la sustentabilidad con que se insertan, la barricada indígena
que se ha generado, y sobre todo el papel de las mujeres en su oposición, es
pues la muestra histórica de que las mujeres nos estamos organizando y
enfrentamos la violencia sistémica y estructural que nos atraviesa
escalarmente, entrando desde nuestros paisajes-territorios hasta nuestros
cuerpos.
II.
Partiendo del feminismo popular para comprender la
resistencia de las mujeres zapotecas
Frente a la diversidad de
mujeres que poblamos los distintos espacios territorializados, es necesario
acentuar todas las etapas coyunturales por las que todas las mujeres; asumiéndonos
sujetas históricas, hemos pasado. Situaciones enmarcadas en una imbricación
irrompible entre lo económico y político.
En América Latina y en el
mundo, ha habido desde siempre resistencias protagonizadas por mujeres, pero en
muchas ocasiones, los ejecutantes del patriarcado, han invisibilizado el aporte
y liderazgo de esas mujeres. Al contrario, han sido delegadas de un papel
activo a un papel pasivo, siempre, como responsables del cuidado de la familia,
y desde el lugar de la reproducción como dadoras de vida.
Cuando se habla sobre las
luchas por la vida, actualmente, el primer lugar se lo lleva el fuerte
protagonismo de las mujeres de los pueblos más oprimidos, tanto en lo rural
como en lo urbano; son ellas las que salen a enfrentar la dominación, o también
cuando las políticas de despojo en todos los sentidos, empujan a las
comunidades al borde de la degradación social y natural. Es allí donde las
mujeres revisten su ser femenino de postura radical desde el tejido popular.
No
por nada, la feminista y marxista Silvia Federici, menciona que los nuevos
movimientos sociales de mujeres en América Latina están recuperando la
conciencia sobre el trabajo reproductivo, y su papel con respecto al acceso a los
recursos comunes, lo que las hace estar más comprometidas con su defensa.
Situación que responde a la primera fase del desarrollo capitalista.
De esta
manera, parte de las demandas que hacen las mujeres cuando están por
implantarse los megaproyectos en sus territorios es que, al realizar las
consultas, ellas no han podido ejercer su opinión, mediante el mecanismo
comunal de asamblea, muchas veces porque se quedan en casa cuidando a los
hijos/hijas, mientras que es el esposo quien asiste a las reuniones y consultas
para -informarse- y lo que ocurre, en su mayoría, es que queda en ellos la
decisión de echarse a andar o no los grandes proyectos.
De este modo, es
importante también entrelazar que si bien el contexto político donde ubicamos
la emergencia de las mujeres como sujetas políticas activas en los movimientos
sociales, es por medio del feminismo popular, consideramos que este feminismo
-sin querer sobreponerlo a otros-, es el que por la esperanza anhelada de
interseccionalizar el género, la raza, la etnia y la sexualidad, se instala
mejor. Puesto que toma de base, las demandas hacia el Estado neoliberal que justamente
es atravesado desde la lucha de clases.
III.
Mujeres zapotecas obstaculizando los procesos del despojo
de su espacio, tierra, territorio, mar y viento
El
afamado artista mexicano Miguel Covarrubias, es autor de una etnografía sobre
la cultura zapoteca del Istmo que, aunque es la más completa, es altamente
romántica y ambigua, pues en su afán de rendir homenaje a la mujer, da la impresión de que estas son vanidosas y sobre todo
matriarcales, llegando a asegurar que se dedican al comercio para tener dinero
con qué comprarse hombres, trajes de terciopelos bordados, joyas de oro y
bellas sedas.
Por
éste, y otros relatos sigue siendo creencia popular que la cultura zapoteca del
Istmo de Tehuantepec es un matriarcado. Sin embargo, como muestra de nuestra
ignorancia, se asegura que la sociedad, supuestamente dominada por las mujeres,
es la zapoteca, pero no sólo nos hacen falta datos para saber qué es lo que
esto significa, sino que ni siquiera podemos afirmar que es efectivamente
cierto.
Retomando
a Newbold de Chiñas, antropóloga feminista de los años 70’s, puntualiza que una
sociedad dominada por mujeres es aquella en que las decisiones económicas y
políticas importantes están en manos de las mujeres, y en la cual éstas tienen
por lo menos las mismas libertades sociales y sexuales que los hombres; por
tanto, reconozco que con este criterio actualmente no existe en México, ninguna
sociedad dominada por mujeres. Justo porque estamos viviendo en carne propia
las estrategias de control y sumisión hacia nuestra integridad, estrategias que
se han gestado desde que el patriarcado -mundialmente situado- y el capitalismo
(ahora en su fase neoliberal), que se han construido para tomarnos como carne
de cañón, siempre en primera persona frente a los múltiples acontecimientos
geopolíticos.
Sin
embargo, lo que acontece con las mujeres zapotecas de la zona istmeña, rompe
paradigmáticamente con el legado esencialista que se ha construido desde
distintos pensadores, artistas y antropólogos. Porque justo lo que ha pasado es
sobreponer el legado del matriarcado desde una visión naturalista,
biologisista, concibiendo a la mujer en esta dualidad madre tierra/mujer dadora
de vida. Sin embargo, como bien se mencionó renglones arriba, la noción de
matriarcado no es esa.
En este
devenir de malinterpretaciones, situamos que históricamente las mujeres zapotecas
sí son regidas desde un compromiso ético y político con sus comunidades, como
lo documentó Newbold de Chiñas y que justamente en esa construcción como
sujetas políticas, ahora se oponen al más grande proyecto neoliberal de Oaxaca;
los parques eólicos.
Actualmente,
los ritmos de la producción espacial para el capital son marcados desde el
ámbito jurídico y económico, de ahí la pertinencia de nombrar esto, como
política eólica para estructurar las reformas neoliberales a partir de tres
tiempos importantes en México, 1994, 2006 y 2012. El resurgimiento del corazón
rebelde de las zapotecas, se organiza a partir del 2004 con el primer parque
eólico y 2014, 2015, 2016 hasta el 2017 con tres parques eólicos en proceso de
licitación, dos en tierra y uno en mar. Es frente a esto, que se van
construyendo tácticas organizativas para resistir a los megaproyectos eólicos.
Puesto que las estrategias de control, violencia física y sexual, en sí,
violencia de derechos, secuestro de voces, desapariciones forzadas y
feminicidios, impiden la organización, y acentúan las violencias hacia los
cuerpos e identidades zapotecas.
La comunidad de Álvaro Obregón, Binnizaa de Guixhiro’, un pueblo zapoteca con las raíces bien profundas, ha
comenzado su lucha en contra de la transnacional MAREÑA renovables. Este caso
es particular a otros, porque aquí no sólo se defiende la tierra y el
territorio, sino también el mar y el viento. MAREÑA renovables, se situó en la
región del Istmo de Tehuantepec a finales del 2013 para proponer “un proyecto
de parque eólico comunitario” el cual, desde su presentación no fue bien
aceptado por la comunidad, ya que las propuestas de desarrollo no son nada
beneficiosas para los Binnizaá (gente
zapoteca). Con este proyecto, le venden a la población un parque para todos y
por eso lo denominaron “comunitario” inscrito en un discurso de que los
pobladores serán a su vez pequeños socios.
En marzo del 2014, se realizó en la misma
comunidad la primera sesión libertaria con rumbo al Congreso Nacional Indígena
(CNI), que tiene el respaldo del Ejercito Zapatista de Liberación Nacional
(EZLN), donde las mujeres tomaron el micrófono y hablaron sobre su experiencia
como defensoras de su tierra, territorio, mar y viento. Las zapotecas, ante
aproximadamente 800 personas de grupos étnicos y organizaciones no
gubernamentales de otros estados y países explicaron su participación en esta
lucha. Dejaron en claro, que a comparación de otras luchas que se han dado en
muchas partes de México, ellas no están ahí para respaldar a sus maridos, sino
para defender su viento; el lugar donde nacieron y donde viven. No son
incorporadas a la lucha como cocineras, sino como combatientes. Una de ellas
comentó:
“Yo
agarro la piedra y sin miedo la aviento a la cabeza del contrario, no me da
miedo, y si puedo me traigo a mi nene conmigo… a mí también me han empujado
como a los hombres; aquí es parejo”
“mujer
zapoteca dando testimonio de lucha”- marzo 2014
Fotografía Fernanda Latani MB
Esta pequeña reseña sobre la lucha que
se emprende en la región del Istmo de Tehuantepec, Oaxaca, México sirve para
hacer del conocimiento a los externos cómo van mutando y echando raíz múltiples
luchas indígenas, luchas donde la mujer ya no está en el espacio de sumisión,
sino que se ha hecho parte. Justamente este ejemplo responde a la reconstrucción
del ser sujeta política e intenta romper con la imposición y la construcción
del ser mujer desde una noción
biologisista.