viernes, 1 de diciembre de 2017

Desde México: La resistencia de las mujeres zapotecas frente a los megaproyectos eólicos



Fernanda Latani M. Bravo

El Istmo de Tehuantepec, ubicado al sur de México, en donde se encuentran los vientos del atlántico y del pacífico, ha sido persuadido históricamente por propuestas políticas y económicas que apuestan al “desarrollo social”. Hoy a catorce años de la implementación del primer parque eólico en territorio zapoteca, la población, a comparación de otros momentos de resistencia que ha vivido, comienza a articular nuevas estrategias para contraponerse así a la muestra de imposición y despojo ejercida por el Estado para beneficiar al capital.
En este sentido, históricamente las mujeres zapotecas regidas desde un compromiso ético y político con su identidad indígena, ahora se oponen al más grande proyecto neoliberal de Oaxaca, México, los parques eólicos. Concebidos como esas infraestructuras gigantescas generadoras de energía renovable, lo que se identifica como parte de la materialización del modelo neoliberal en México.
La particularidad de esto, es que las mujeres zapotecas aún inmersas en este sistema patriarcal, han sido reconocidas como sujetas políticas en la lucha, lo que se incluye como un anexado más a las grandes movilizaciones sociales en América Latina en contra de los megaproyectos multinacionales, originados, organizados y encabezados por mujeres indígenas.

      I.        Los Megaproyectos en el Istmo de Tehuantepec y la ahora política eólica neoliberal
Hablar de los megaproyectos dentro de una modernidad capitalista, es también situarlos en tiempo y espacio como componentes de una nueva América Latina, la nueva América Latina de la política del despojo, del extractivismo y de la militarización de los territorios.
Es así, que, frente a la emergencia de los movimientos sociales, se pueden situar a la par, las transformaciones espaciales en distintas escalas, tanto en el ámbito rural como en lo urbano, teniendo como fundamento los avances tecnológicos, desarrollo científico y teorización especializada (en su mayoría de corte positivista), para producir nuevos espacios: los megaproyectos.
Frente al cambio de patrón de especialización productiva y la entrada del modelo neoliberal a México, se ha abogado por resignificar la problemática de los megaproyectos como un asunto desde la totalidad. Ya que, desde aquí, se intenta dar cuenta de ciertos procesos de estructuración de la vida social a lo largo de la temporalidad, ajustes y reacciones imperantes en espacios territorializados siempre; transgrediendo las relaciones sociales, donde mediante las tácticas resucitadas de un capitalismo tardío, se ejecutan los procesos de un despojo físico, social y cultural.
La comprensión de los megaproyectos y con ello, dar parte a una política eólica, se debe explicar desde las articulaciones de la lógica del capital, cómo se da la reestructuración de la economía y, sobre todo, de las nuevas políticas en América Latina, precisamente es ahí donde se inserta un corte paradigmático sobre las políticas que implementará el Estado moderno para la ejecución y permanencia de tales proyectos con capital de iniciativa privada, situando el cómo se articulan y cómo se ejecutan otros poderes internos para su creación.
De esta manera, los megaproyectos eólicos, sobre todo, han sido concebidos como propuestas de desarrollo social que traen consigo ofertas laborales, incremento de actividades económicas, turismo, y por supuesto, la generación de energías limpias.
Aunado a esto, el eje que atraviesa la problemática de los parques eólicos como generadores de energía renovable, se inscribe en el discurso moderno de lo sustentable, lo limpio, lo ecológico, lo amable con la naturaleza. Sin embargo, sabemos que el capitalismo per se y más aún, en su fase neoliberal, no puede concebirse como sustentable, ni mucho menos amable.
La megainfraestructura que conlleva su implementación en terrenos de propiedad comunal, así como las maniobras que ejerce el Estado mexicano para dejar entrar al capital privado, no representan más que la materialización de una muestra de la apropiación de espacios indígenas para dar paso a la producción de nuevos espacios para el capital.
El panorama no es ajeno a otros países de nuestra América Latina, ya que los mecanismos son en demasía los mismos, pero la particularidad de los parques eólicos, el discurso de la sustentabilidad con que se insertan, la barricada indígena que se ha generado, y sobre todo el papel de las mujeres en su oposición, es pues la muestra histórica de que las mujeres nos estamos organizando y enfrentamos la violencia sistémica y estructural que nos atraviesa escalarmente, entrando desde nuestros paisajes-territorios hasta nuestros cuerpos.
    II.        Partiendo del feminismo popular para comprender la resistencia de las mujeres zapotecas
Frente a la diversidad de mujeres que poblamos los distintos espacios territorializados, es necesario acentuar todas las etapas coyunturales por las que todas las mujeres; asumiéndonos sujetas históricas, hemos pasado. Situaciones enmarcadas en una imbricación irrompible entre lo económico y político.
En América Latina y en el mundo, ha habido desde siempre resistencias protagonizadas por mujeres, pero en muchas ocasiones, los ejecutantes del patriarcado, han invisibilizado el aporte y liderazgo de esas mujeres. Al contrario, han sido delegadas de un papel activo a un papel pasivo, siempre, como responsables del cuidado de la familia, y desde el lugar de la reproducción como dadoras de vida.
Cuando se habla sobre las luchas por la vida, actualmente, el primer lugar se lo lleva el fuerte protagonismo de las mujeres de los pueblos más oprimidos, tanto en lo rural como en lo urbano; son ellas las que salen a enfrentar la dominación, o también cuando las políticas de despojo en todos los sentidos, empujan a las comunidades al borde de la degradación social y natural. Es allí donde las mujeres revisten su ser femenino de postura radical desde el tejido popular.
No por nada, la feminista y marxista Silvia Federici, menciona que los nuevos movimientos sociales de mujeres en América Latina están recuperando la conciencia sobre el trabajo reproductivo, y su papel con respecto al acceso a los recursos comunes, lo que las hace estar más comprometidas con su defensa. Situación que responde a la primera fase del desarrollo capitalista.
De esta manera, parte de las demandas que hacen las mujeres cuando están por implantarse los megaproyectos en sus territorios es que, al realizar las consultas, ellas no han podido ejercer su opinión, mediante el mecanismo comunal de asamblea, muchas veces porque se quedan en casa cuidando a los hijos/hijas, mientras que es el esposo quien asiste a las reuniones y consultas para -informarse- y lo que ocurre, en su mayoría, es que queda en ellos la decisión de echarse a andar o no los grandes proyectos.
De este modo, es importante también entrelazar que si bien el contexto político donde ubicamos la emergencia de las mujeres como sujetas políticas activas en los movimientos sociales, es por medio del feminismo popular, consideramos que este feminismo -sin querer sobreponerlo a otros-, es el que por la esperanza anhelada de interseccionalizar el género, la raza, la etnia y la sexualidad, se instala mejor. Puesto que toma de base, las demandas hacia el Estado neoliberal que justamente es atravesado desde la lucha de clases.
   III.        Mujeres zapotecas obstaculizando los procesos del despojo de su espacio, tierra, territorio, mar y viento
El afamado artista mexicano Miguel Covarrubias, es autor de una etnografía sobre la cultura zapoteca del Istmo que, aunque es la más completa, es altamente romántica y ambigua, pues en su afán de rendir homenaje a la mujer, da la impresión de que estas son vanidosas y sobre todo matriarcales, llegando a asegurar que se dedican al comercio para tener dinero con qué comprarse hombres, trajes de terciopelos bordados, joyas de oro y bellas sedas.
Por éste, y otros relatos sigue siendo creencia popular que la cultura zapoteca del Istmo de Tehuantepec es un matriarcado. Sin embargo, como muestra de nuestra ignorancia, se asegura que la sociedad, supuestamente dominada por las mujeres, es la zapoteca, pero no sólo nos hacen falta datos para saber qué es lo que esto significa, sino que ni siquiera podemos afirmar que es efectivamente cierto.
Retomando a Newbold de Chiñas, antropóloga feminista de los años 70’s, puntualiza que una sociedad dominada por mujeres es aquella en que las decisiones económicas y políticas importantes están en manos de las mujeres, y en la cual éstas tienen por lo menos las mismas libertades sociales y sexuales que los hombres; por tanto, reconozco que con este criterio actualmente no existe en México, ninguna sociedad dominada por mujeres. Justo porque estamos viviendo en carne propia las estrategias de control y sumisión hacia nuestra integridad, estrategias que se han gestado desde que el patriarcado -mundialmente situado- y el capitalismo (ahora en su fase neoliberal), que se han construido para tomarnos como carne de cañón, siempre en primera persona frente a los múltiples acontecimientos geopolíticos.
Sin embargo, lo que acontece con las mujeres zapotecas de la zona istmeña, rompe paradigmáticamente con el legado esencialista que se ha construido desde distintos pensadores, artistas y antropólogos. Porque justo lo que ha pasado es sobreponer el legado del matriarcado desde una visión naturalista, biologisista, concibiendo a la mujer en esta dualidad madre tierra/mujer dadora de vida. Sin embargo, como bien se mencionó renglones arriba, la noción de matriarcado no es esa.
En este devenir de malinterpretaciones, situamos que históricamente las mujeres zapotecas sí son regidas desde un compromiso ético y político con sus comunidades, como lo documentó Newbold de Chiñas y que justamente en esa construcción como sujetas políticas, ahora se oponen al más grande proyecto neoliberal de Oaxaca; los parques eólicos.
Actualmente, los ritmos de la producción espacial para el capital son marcados desde el ámbito jurídico y económico, de ahí la pertinencia de nombrar esto, como política eólica para estructurar las reformas neoliberales a partir de tres tiempos importantes en México, 1994, 2006 y 2012. El resurgimiento del corazón rebelde de las zapotecas, se organiza a partir del 2004 con el primer parque eólico y 2014, 2015, 2016 hasta el 2017 con tres parques eólicos en proceso de licitación, dos en tierra y uno en mar. Es frente a esto, que se van construyendo tácticas organizativas para resistir a los megaproyectos eólicos. Puesto que las estrategias de control, violencia física y sexual, en sí, violencia de derechos, secuestro de voces, desapariciones forzadas y feminicidios, impiden la organización, y acentúan las violencias hacia los cuerpos e identidades zapotecas.
La comunidad de Álvaro Obregón, Binnizaa de Guixhiro’, un pueblo zapoteca con las raíces bien profundas, ha comenzado su lucha en contra de la transnacional MAREÑA renovables. Este caso es particular a otros, porque aquí no sólo se defiende la tierra y el territorio, sino también el mar y el viento. MAREÑA renovables, se situó en la región del Istmo de Tehuantepec a finales del 2013 para proponer “un proyecto de parque eólico comunitario” el cual, desde su presentación no fue bien aceptado por la comunidad, ya que las propuestas de desarrollo no son nada beneficiosas para los Binnizaá (gente zapoteca). Con este proyecto, le venden a la población un parque para todos y por eso lo denominaron “comunitario” inscrito en un discurso de que los pobladores serán a su vez pequeños socios.

En marzo del 2014, se realizó en la misma comunidad la primera sesión libertaria con rumbo al Congreso Nacional Indígena (CNI), que tiene el respaldo del Ejercito Zapatista de Liberación Nacional (EZLN), donde las mujeres tomaron el micrófono y hablaron sobre su experiencia como defensoras de su tierra, territorio, mar y viento. Las zapotecas, ante aproximadamente 800 personas de grupos étnicos y organizaciones no gubernamentales de otros estados y países explicaron su participación en esta lucha. Dejaron en claro, que a comparación de otras luchas que se han dado en muchas partes de México, ellas no están ahí para respaldar a sus maridos, sino para defender su viento; el lugar donde nacieron y donde viven. No son incorporadas a la lucha como cocineras, sino como combatientes. Una de ellas comentó:

Yo agarro la piedra y sin miedo la aviento a la cabeza del contrario, no me da miedo, y si puedo me traigo a mi nene conmigo… a mí también me han empujado como a los hombres; aquí es parejo”


mujer zapoteca dando testimonio de lucha”- marzo 2014
Fotografía Fernanda Latani MB

Esta pequeña reseña sobre la lucha que se emprende en la región del Istmo de Tehuantepec, Oaxaca, México sirve para hacer del conocimiento a los externos cómo van mutando y echando raíz múltiples luchas indígenas, luchas donde la mujer ya no está en el espacio de sumisión, sino que se ha hecho parte. Justamente este ejemplo responde a la reconstrucción del ser sujeta política e intenta romper con la imposición y la construcción del ser mujer­ desde una noción biologisista.

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