miércoles, 6 de diciembre de 2017

Marcha Mundial de las Mujeres Fiofío: feminismo contra el extractivismo



Josefa Pino, Karin Velásquez, Vania Ochoa, Carla Cortez


El modelo económico de Chile está caracterizado por un neoliberalismo que promueve el lucro insaciable y ambicioso de algunos grupos económicos quienes consiguen sus riquezas capitalistas a expensas de la explotación y devastación de los recursos naturales, por medio de actividades extractivas intensas y a gran escala, concretamente en el desarrollo de la minería, proyectos hidroeléctricos, las forestales, celulosas, las plantas salmoneras y la pesca industrial, entre otras, impactando en comunidades urbanas, rurales, campesinas e indígenas, quienes sufren un constante y continuo deterioro en su calidad de vida y bienestar, al ver amenazadas y/o vulneradas sus fuentes laborales, su soberanía alimentaria, su educación, su salud e incluso su cultura.

Para comprender cómo se ha ido desenvolviendo este panorama hasta la actualidad, es necesario volcar la mirada hacia atrás y construir un breve contexto histórico regional de nuestro territorio.

La octava región de Chile se nombra como la región del Biobío, que según cronistas españoles corresponde a una derivación de “hui-hui”, como imitación al ruido “que hacen las olas mansas cuando se encrespan”. Los y las mapuche llaman a este río Butalebu, que significa río grande. El río es un factor importante en la identidad regional, ya que ha condicionado la vida de sus habitantes, influyendo en distintos aspectos, desde la conformación de asentamientos urbanos, el crecimiento económico, hasta expresiones artísticas y políticas. Se conforma geográficamente como una frontera natural e histórica entre diferentes comunidades, ya que alrededor de su territorio se forma una cultura de conflictos, resistencias y encuentros.

Si nos basamos en la historia de Chile, con sesgo europeo, uno de los primeros encuentros en esta región se dio entre españoles y mapuche, más bien se trata de una relación de sometimiento por parte de españoles y de resistencia por parte de mapuche. En estos acontecimientos las mujeres mapuche cumplieron roles fundamentales en periodos de alzamientos y guerras, por medio del trabajo de las tierras, del cuidado de los lov[1], así como de la propia resistencia.

Tras los procesos independentistas, el Estado de Chile cumple su parte en esta historia de sometimiento, aisla a sectores periféricos de la región y despoja de sus territorios tanto al pueblo mapuche como también a familias campesinas para entregarlos a grandes latifundistas. De esta manera, durante los siglos XIX y XX la construcción de Estado tanto en nuestra región, como hacia el sur del país, se basó en la colonización y capitalización de los territorios y sus recursos naturales, entregándolos a empresarios nacionales y extranjeros. Ejemplo de ello es la extracción de carbón en el Golfo de Arauco, que contribuyó al crecimiento económico e industrial de la región, como también al crecimiento político del proletariado. Y es que el reverso de la explotación natural-humana en la región se expresa en su historia de organizaciones; no sólo los trabajadores del carbón adquirieron conciencia de clase, las mujeres ligadas a la mina del carbón desempeñaron papeles claves en el desarrollo de la vida política-social en Lota.

Las mujeres lotinas entretejieron la vida en el Subsole, transmitiendo una tremenda fuerza identificadora y de resistencia. Así, desde los cuidados familiares en espacios comunitarios como los lavaderos, quincenas, hornos y pabellones, hasta sus luchas reivindicativas en momentos de crisis, ocupando espacios entendidos tradicionalmente como masculinos, es decir, en las huelgas, asambleas o espacios de discusión, entre otros. Legitiman sus acciones y movilizaciones desde sus discursos como madres y esposas sostenedoras de sus familias, y al mismo tiempo, como mujeres empoderadas de un discurso en base a la solidaridad de género y clase como mecanismo de sobrevivencia.

Otros casos a nombrar que han potenciado el trabajo y la vida política-social de la región son la Fábrica Textil Bellavista Oveja Tomé y la Compañía Siderúrgica Huachipato.

Más tarde, en la Dictadura Militar y durante los gobiernos de la Concertación, se pone fin a los procesos de industrialización local, privatizando los principales servicios y derechos de la población. Por ejemplo, en la década de los noventa en el Alto Biobío se dio pie a la construcción de la central hidroeléctrica Ralco, iniciándose el deterioro del ecosistema del río Biobío, afectando a la región misma y a su población. Además, la sustitución de los suelos y los bosques nativos por la industria forestal y el monocultivo, acrecentó la devastación de los ecosistemas, así como también ha potenciado el desplazamiento de comunidades y legitimado la militarización de territorio mapuche, mientras que por otro lado, vino a dar respuesta -en una primera instancia- al desempleo que causó el cierre de industrias como la de la minería.

El confluir de las actividades pesqueras, forestales, mineras, energéticas y agrícolas han hecho de este territorio una zona de sacrificio, una región extractivizada. Este entramado contiene procesos de proletarización, colonización, conciencia de clase, racismo, machismo y explotación de tierra y mar que nos devela las complejidades de la relación con el trabajo, la naturaleza, los cuidados y la comunidad.

Marcha Fiofío, un proceso que recién comienza

Por todo lo anterior, nos parece coherente y fundamental hacer el cruce de feminismo y extractivismo, entendiendo que no podemos desvincular la defensa del territorio-cuerpo de la defensa del territorio-tierra en un contexto donde el funcionamiento de la economía ha consolidado un modelo de explotación y extracción de materias primas que ha instalado en las comunidades una economía productiva masculinizada, que enfatiza la división sexual del trabajo, y que antepone la acumulación de la actividad extractiva por sobre las condiciones reales.

De este modo, el cuerpo de las mujeres ha sido históricamente atravesado por la violencia, reforzando la dominancia del sistema patriarcal, que en su dinamismo, hoy es alimentado por las políticas neoliberales. Nuestro primer territorio a recuperar y defender es nuestro cuerpo para defender nuestra tierra, enfrentándonos y resistiendo los procesos de despojo y los efectos destructivos del extractivismo para asegurar el sostenimiento de la vida actual y a futuro.

La Marcha Mundial Fiofío, es un grupo -por ahora pequeño- de mujeres de Concepción, Chiguayante y Lomas Coloradas, que, en el contexto de lo recién expuesto, y en la dinámica de compartir y (re)conocerse hemos decidido organizarnos desde agosto del 2017.

Actualmente estamos en un proceso de formación interna al mismo tiempo que en vinculación con diversos espacios en los que convergen otras organizaciones en lucha y resistencia contra el impacto extractivista en la región. Como feministas, consideramos fundamental trabajar articuladamente con organizaciones territoriales, haciéndonos cargo de nuestro contexto. Nuestro feminismo es decolonial, anticapitalista y ecologista, nos interesa revisar la economía feminista como modelo que se pregunta por la sostenibilidad de la vida contra el capital que la depreda y destruye.

En este momento en la región existen distintas organizaciones y coordinadoras articuladas para informar sobre la explotación y luchar contra el extractivismo; son organizaciones de carácter comunitario, agroecológicas y entre cuyos principios se definen como antipatriarcales, por tanto entendemos que existe la perspectiva de trabajar conjuntamente, así como con las mujeres de sus organizaciones; más aún cuando nuestras perspectivas también son de encontrarnos y visibilizar la constante defensa y recuperación de nuestros territorios.

Es así que encontramos sumamente necesario articularnos con las diversas organizaciones comunitarias, culturales, agroecológicas y territoriales. Por lo que comenzamos a converger en múltiples espacios con organizaciones tales como: Coordinadora por la Defensa de los Territorios (CDT), Red Cultura Comunitaria Bío Bío, Espacio Oasis, Encuentro Performance Política (EPP), ANAMURI, entre otras. Participando de escuelas y actividades, entre ellas el Instituto de Agroecología para las Mujeres del Campo IALA Chile, Seminario Aborto Libre: saberes y prácticas feministas (Santiago), Seminario Internacional Proyectos Revolucionarios en América Latina: una mirada desde el feminismo, Primer encuentro de Economías sociales, solidarias y feministas realizado en Valdivia, y la Escuela de Economías solidarias que se llevó a cabo en Tomé, región del Bío Bío; tales espacios proponen metodologías, aprendizajes, intercambios, (re)encuentros y, por sobre todo propuestas, para la continuación de conocimientos y organización ante el avasallador sistema explotador, que violenta nuestras comunidades y a la vez nuestros cuerpos.

Ante este panorama, la creación de un espacio como MMM Fiofío se hace imperante, siendo una organización feminista, de resistencia, creación, aprendizajes, afectos y sororidad. Que buscamos la continua liberación de la tierra, los bosques, el agua, de la vida y las mujeres, con su comunidad.

A todas aquellas que quieran compartir inquietudes, conversar, conocernos, organizarse y construir, no duden en escribir para encontrarnos a: marchamujeresbiobio@gmail.com

¡Mujeres en marcha, hasta que todas y todos, aguas y tierras seamos libres!



[1] Castellanización de lof, forma básica de organización social mapuche.

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