jueves, 30 de noviembre de 2017

Feministas en acción contra las políticas neoliberales: La MMM en el encuentro de Montevideo



Corina Muñoz
Rocío Alorda
Durante los días 16, 17 y 18 de noviembre del año recién pasado se realizó en Montevideo, Uruguay, la Jornada Continental por la Democracia y contra el Neoliberalismo. Alrededor de tres mil representantes de diversos movimientos sociales se dieron cita para el encuentro, donde se debatió y reflexionó en torno a cuatro ejes temáticos que marcaron el desarrollo de la jornada: la lucha contra las transnacionales, el enfrentamiento al libre comercio, la integración de los pueblos y la democracia y soberanía.
Si bien el feminismo no fue uno de los ejes trabajados, su presencia a lo largo de la jornada fue sin duda predominante, siendo transversal en todo momento. La presencia de compañeras de la Marcha Mundial de las Mujeres de las Américas (Cuba, Brasil, Paraguay, Chile, El Salvador, Guatemala, Venezuela, EE.UU, Quebec, Argentina, Perú y Bolivia) y el gran contingente feminista proveniente de la MMM-Brasil, permitió que el feminismo fuese una mirada fundamental a la hora de debatir las temáticas. A su vez, la presencia feminista de la Marcha también estuvo presente en la convergencia de comunicaciones de la Jornada, permitiendo instalar y difundir nuestras voces y propuestas.
Transversalización del feminismo: “Mujeres libres, Pueblos soberanos”
En esta mirada transversal del feminismo, la MMM elaboró un documento base para la discusión en torno a los cuatro ejes nombrados anteriormente; titulado “Mujeres libres, Pueblos soberanos”. El texto da cuenta del largo trabajo que la MMM ha realizado para transversalizar el feminismo en diversas discusiones y entregar una mirada crítica en temas fundamentales como la democracia, la sustentabilidad del planeta, las luchas contra las transnacionales, la soberanía alimentaria, las comunicaciones y la economía, entre muchos otros temas.
Frente a este acumulo de reflexiones, prácticas organizativas y movilización, el texto nos invita a cuestionar el androcentrismo, ya que en ese ejercicio, el feminismo avanza más allá de reivindicaciones por incluir a las mujeres en un modelo ya determinado por otras desigualdades como de raza y clase, y propone cambios integrales en la sociedad. De esta forma el texto reflexiona a partir de los siguientes temas:
-          Comprender la reacción patriarcal en la recomposición de las fuerzas conservadoras y neoliberales: proceso que se está dando en América Latina y el Caribe y que es una reacción a los cambios impulsados hace más de una década, y basados en una agenda conservadora que ataca directamente a los proyectos transformadores como lo es el feminismo.
-          Enfrentar la división sexual del trabajo: nuestra mirada acerca de la división sexual del trabajo va más allá de una descripción de la posición de mujeres y hombres en el mercado laboral. El feminismo hace décadas plantea la ampliación de la noción del trabajo más allá del empleo, o sea, la consideración como trabajo del conjunto de las tareas realizadas en el ámbito doméstico, de forma no remunerada, en las comunidades, el trabajo del cuidado. Por lo tanto, todo el trabajo necesario para la sostenibilidad de la vida y no solamente el trabajo para el mercado.
-          Construir una cultura política feminista: más allá de la paridad en los espacios de decisión y representación, que ya es un desafío y enfrenta muchos obstáculos en los espacios de militancia, es necesario impulsar procesos que desafíen la división social y sexual del trabajo, espacios más horizontales y de organización colectiva.
-          Feminismo para derrotar el neoliberalismo y poner la sostenibilidad de la vida en el centro: nuestro enfrentamiento al neoliberalismo combina la resistencia al poder de las empresas transnacionales, a las políticas de ajuste, a la militarización y a los acuerdos de libre comercio. Esas resistencias no pueden disociarse de la lucha por la democracia, por la autodeterminación, integración y soberanía de los pueblos. Todas esas son luchas feministas y la construcción de una agenda anti sistémica común exige revelar el conflicto entre el proceso de acumulación permanente del capital y el proceso de sostenibilidad de la vida.
-          Las mujeres estamos atentas ante el poder corporativo: sabemos que el mercado y sus empresas incorporan algunos aspectos del discurso feminista para vender más productos a nombre del empoderamiento individual de cada una. Hemos visto cada vez más empresas incorporando palabras de las luchas, de forma fragmentada, vaciando sus contenidos, algunas veces de forma sutil, otras de forma explícita. Así mismo, los grandes conglomerados de comunicación y la industria cultural actúan cada vez más en ese sentido. O sea, estamos ante la incorporación de una idea del feminismo desvinculada de la práctica de construcción de movimiento por la transformación social.
-          Enfrentar a las transnacionales que contaminan nuestros cuerpos y territorios: vemos como las transnacionales son impunes ante su accionar: violan derechos humanos, contaminan la naturaleza y nuestros cuerpos, sin que recaiga sobre ellas ninguna responsabilidad. Las empresas transnacionales concentran cada vez más riqueza y poder, y generan destrucción de la naturaleza, violencia y expulsión de pueblos de los lugares en donde siempre vivieron. Grandes grupos económicos controlan las cadenas de valor, desde la extracción de materias primas, hasta la producción y distribución de mercancías y servicios.
-          Mujeres en lucha contra los acuerdos de comercio e inversión: libertad para las empresas, más desigualdad para los pueblos, los tratados de libre comercio (TLC) son instrumentos que establecen reglas muy duras para que las empresas transnacionales amplíen su poder sobre nuestras vidas, así como el control sobre las políticas de los Estados y la explotación de la fuerza de trabajo. Eso refuerza el desequilibrio entre producción y reproducción, hace que el tiempo de las mujeres sea más elástico, al mismo tiempo que impone más control. Con esos acuerdos las empresas actúan para apropiarse cada vez más del conocimiento producido históricamente por los pueblos.
-          Las mujeres estamos en lucha por la democracia, la autodeterminación y la soberanía popular: nuestras luchas por la democracia tienen como punto de partida la defensa de la soberanía popular. Queremos cambiar las instituciones basadas en el control de los pueblos y que legitiman la explotación. El acumulado de las mujeres en las luchas democráticas tienen al mismo tiempo un sentido de ampliación y fortalecimiento del sentido público del Estado – con la ampliación de los derechos – y un cuestionamiento a los elementos del patriarcado y el racismo que impiden que las mujeres sean consideradas sujetos de derecho.
-          Las mujeres en las Américas reaccionan a la violencia y el control del cuerpo afirmando: ni una menos, vivas y libres nos queremos. Al cuestionar la violencia como instrumento estructurante de ese modelo, el feminismo antirracista y anticapitalista cuestiona también la violencia del capital y del Estado, militarizada sobre la población pobre, negra e indígena. Además, cuestiona la ampliación del poder de la policía, el encarcelamiento masivo de la población negra y pobre, así como la justicia selectiva que protege privilegios y criminaliza la pobreza y a quienes luchan contra ella.
-          No habrá democracia real mientras las mujeres no tengamos el derecho y las condiciones concretas de decidir sobre la maternidad: El derecho a esa decisión – al aborto – es uno de los que más sufre ataques desde los sectores conservadores y al mismo tiempo, es una de las reivindicaciones feministas que más afirman a las mujeres como sujetos autónomos y no subordinados.
-          Como pueblos en lucha debemos tener una comprensión de la violencia con que los conservadores atacan a las mujeres: la agenda feminista debe impulsar acciones y posicionamientos conjuntos afirmando todos los derechos y toda la autonomía para todas las mujeres. Ello implica enfrentar también los privilegios masculinos, que hacen que sean tan recurrentes los relatos de acoso, de relacionamientos abusivos, de ejercicio de poder patriarcal en la sexualidad.
-          Desde nuestras luchas por la democracia es urgente ampliar la fuerza y empeño político en la democratización de los medios de comunicación: enfrentando los monopolios y control de empresas conocidas hace tiempo, como las cadenas de TV, radio y periódicos, pero también asumir la defensa de las tecnologías libres y la garantía de privacidad para toda la población.
El texto nos plantea que transversalizar el feminismo en la Jornada Continental implica un esfuerzo colectivo de los pueblos para integrar esa perspectiva en todas las luchas, sin fragmentación y aislamientos, superar el androcentrismo en la política y que los principios de la igualdad, la autonomía y la justicia sean innegociables. Así, nos desafía a incorporar nuestra mirada antipatriarcal y antirracista en todas nuestras luchas, sabiendo que las experiencias son situadas pero que el patriarcado junto al capitalismo se expresan en todas las actividades humanas.







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