Corina Muñoz
Rocío Alorda
Durante los días 16, 17 y 18 de
noviembre del año recién pasado se realizó en Montevideo, Uruguay, la Jornada Continental por la Democracia y
contra el Neoliberalismo. Alrededor de tres mil representantes de diversos
movimientos sociales se dieron cita para el encuentro, donde se debatió y
reflexionó en torno a cuatro ejes temáticos que marcaron el desarrollo de la
jornada: la lucha contra las transnacionales, el enfrentamiento al libre
comercio, la integración de los pueblos y la democracia y soberanía.
Si bien el feminismo no fue uno de
los ejes trabajados, su presencia a lo largo de la jornada fue sin duda
predominante, siendo transversal en todo momento. La presencia de compañeras de
la Marcha Mundial de las Mujeres de las Américas (Cuba, Brasil, Paraguay,
Chile, El Salvador, Guatemala, Venezuela, EE.UU, Quebec, Argentina, Perú y
Bolivia) y el gran contingente feminista proveniente de la MMM-Brasil, permitió
que el feminismo fuese una mirada fundamental a la hora de debatir las
temáticas. A su vez, la presencia feminista de la Marcha también estuvo
presente en la convergencia de comunicaciones de la Jornada, permitiendo
instalar y difundir nuestras voces y propuestas.
Transversalización del feminismo: “Mujeres libres, Pueblos soberanos”
En esta mirada transversal del
feminismo, la MMM elaboró un documento base para la discusión en torno a los
cuatro ejes nombrados anteriormente; titulado “Mujeres libres, Pueblos soberanos”.
El texto da cuenta del largo trabajo que la MMM ha realizado para
transversalizar el feminismo en diversas discusiones y entregar una mirada
crítica en temas fundamentales como la democracia, la sustentabilidad del
planeta, las luchas contra las transnacionales, la soberanía alimentaria, las
comunicaciones y la economía, entre muchos otros temas.
Frente a este acumulo de reflexiones,
prácticas organizativas y movilización, el texto nos invita a cuestionar el androcentrismo, ya que en ese
ejercicio, el feminismo avanza más
allá de reivindicaciones por incluir a las mujeres en un modelo ya determinado
por otras desigualdades como de raza y clase, y propone cambios integrales en
la sociedad. De esta forma el texto reflexiona a partir de los siguientes
temas:
-
Comprender la
reacción patriarcal en la recomposición de las fuerzas conservadoras y
neoliberales: proceso que se
está dando en América Latina y el
Caribe y que es una reacción a los cambios impulsados hace más de una década, y
basados en una agenda conservadora que ataca directamente a los proyectos
transformadores como lo es el feminismo.
-
Enfrentar
la división sexual del trabajo: nuestra
mirada acerca de la división sexual del trabajo va más
allá de una descripción de la posición de mujeres y hombres en el mercado
laboral. El feminismo hace décadas plantea la ampliación de la noción del
trabajo más allá del empleo, o sea, la consideración como trabajo del conjunto
de las tareas realizadas en el ámbito doméstico, de forma no remunerada, en las
comunidades, el trabajo del cuidado. Por lo tanto, todo el trabajo necesario
para la sostenibilidad de la vida y no solamente el trabajo para el mercado.
-
Construir una cultura política feminista: más allá de la paridad en los espacios
de decisión y representación, que ya es un desafío y enfrenta muchos obstáculos
en los espacios de militancia, es necesario impulsar procesos que desafíen la
división social y sexual del trabajo, espacios más horizontales y de
organización colectiva.
-
Feminismo para derrotar el neoliberalismo y poner la sostenibilidad
de la vida en el centro: nuestro enfrentamiento al
neoliberalismo combina la resistencia al poder de las empresas transnacionales,
a las políticas de ajuste, a la militarización y a los acuerdos de libre
comercio. Esas resistencias no pueden disociarse de la lucha por la democracia,
por la autodeterminación, integración y soberanía de los pueblos. Todas esas
son luchas feministas y la construcción de una agenda anti sistémica común
exige revelar el conflicto entre el proceso de acumulación permanente del
capital y el proceso de sostenibilidad de la vida.
-
Las mujeres estamos atentas ante el
poder corporativo: sabemos que el mercado y sus empresas incorporan algunos aspectos del discurso
feminista para vender más productos a nombre del empoderamiento individual de
cada una. Hemos visto cada vez más empresas incorporando palabras de las
luchas, de forma fragmentada, vaciando sus contenidos, algunas veces de forma
sutil, otras de forma explícita. Así mismo, los grandes
conglomerados de comunicación y la industria cultural actúan cada vez más en
ese sentido. O sea, estamos ante la
incorporación de una idea del feminismo desvinculada de la práctica de
construcción de movimiento por la transformación social.
-
Enfrentar a las
transnacionales que contaminan nuestros cuerpos y territorios: vemos como las
transnacionales son impunes ante su accionar: violan derechos humanos,
contaminan la naturaleza y nuestros cuerpos, sin que recaiga sobre ellas
ninguna responsabilidad. Las empresas transnacionales concentran cada vez más
riqueza y poder, y generan destrucción de la naturaleza, violencia y expulsión
de pueblos de los lugares en donde siempre vivieron. Grandes grupos económicos
controlan las cadenas de valor, desde la extracción de materias primas, hasta
la producción y distribución de mercancías y servicios.
-
Mujeres en lucha contra los
acuerdos de comercio e inversión: libertad para las
empresas, más desigualdad para los pueblos, los tratados de
libre comercio (TLC) son instrumentos que establecen reglas muy duras para que
las empresas transnacionales amplíen su poder sobre nuestras vidas, así como el
control sobre las políticas de los Estados y la explotación de la fuerza de
trabajo. Eso refuerza el desequilibrio entre producción y reproducción, hace
que el tiempo de las mujeres sea más elástico, al mismo tiempo que impone más
control. Con esos acuerdos las empresas actúan para apropiarse cada vez más del
conocimiento producido históricamente por los pueblos.
-
Las mujeres estamos en lucha por la
democracia, la autodeterminación y la soberanía popular: nuestras luchas por la democracia tienen como punto de partida la defensa de la
soberanía popular. Queremos cambiar las instituciones basadas en el control de
los pueblos y que legitiman la explotación. El acumulado de las mujeres en las
luchas democráticas tienen al mismo tiempo un sentido de ampliación y
fortalecimiento del sentido público del Estado – con la ampliación de los
derechos – y un cuestionamiento a los elementos del patriarcado y el racismo
que impiden que las mujeres sean consideradas sujetos de derecho.
-
Las mujeres en las Américas reaccionan a la violencia y
el control del cuerpo afirmando: ni una menos, vivas y libres nos queremos. Al cuestionar la violencia
como instrumento estructurante de ese modelo, el feminismo antirracista y
anticapitalista cuestiona también la violencia del capital y del Estado,
militarizada sobre la población pobre, negra e indígena. Además, cuestiona la
ampliación del poder de la policía, el encarcelamiento masivo de la población
negra y pobre, así como la justicia selectiva que protege privilegios y
criminaliza la pobreza y a quienes luchan contra ella.
-
No habrá democracia real mientras las mujeres no tengamos
el derecho y las condiciones concretas de decidir sobre la maternidad: El derecho a esa decisión – al
aborto – es uno de los que más sufre ataques desde los sectores conservadores y
al mismo tiempo, es una de las reivindicaciones feministas que más afirman a las
mujeres como sujetos autónomos y no subordinados.
-
Como pueblos en lucha debemos tener una comprensión de la
violencia con que los conservadores atacan a las mujeres: la agenda feminista debe
impulsar acciones y posicionamientos conjuntos afirmando todos los derechos y
toda la autonomía para todas las mujeres. Ello implica enfrentar también los
privilegios masculinos, que hacen que sean tan recurrentes los relatos de
acoso, de relacionamientos abusivos, de ejercicio de poder patriarcal en la
sexualidad.
-
Desde nuestras luchas por la democracia es urgente
ampliar la fuerza y empeño político en la democratización de los medios de
comunicación:
enfrentando los monopolios y control de empresas conocidas hace tiempo, como
las cadenas de TV, radio y periódicos, pero también asumir la defensa de las
tecnologías libres y la garantía de privacidad para toda la población.
El
texto nos plantea que transversalizar el feminismo en la Jornada Continental implica un
esfuerzo colectivo de los pueblos para integrar esa perspectiva en todas las
luchas, sin fragmentación y aislamientos, superar el androcentrismo en la
política y que los principios de la igualdad, la autonomía y la justicia sean
innegociables. Así, nos desafía a incorporar nuestra mirada antipatriarcal y
antirracista en todas nuestras luchas, sabiendo que las experiencias son
situadas pero que el patriarcado junto al capitalismo se expresan en todas las
actividades humanas.