miércoles, 20 de septiembre de 2017

Chile no es país para mujeres: Campaña por la despenalización social del aborto



#MisoPa'Todas #InfinitasCausales

Virginia Hidalgo y Nikol Martínez

Este texto, como el feminismo, es fruto de una reflexión colectiva.

Hablar de derechos sexuales y reproductivos hoy día en Chile, implica hacer una revisión cultural sobre cómo se construyen los cuerpos femeninos en sociedades donde, el libre ejercicio de decisión en torno a la no maternidad, está criminalizado tanto social como jurídicamente.

Habitar un cuerpo de mujer implica riesgos, los riesgos propios de vivir en una cultura patriarcal y androcéntrica en la cual las mujeres venimos padeciendo una opresión histórica. Las diversas colonizaciones sufridas en América Latina, en particular aquella posterior a la Ilustración cuyo proyecto culmen fue la creación de los Estados-Nación, introdujeron un contrato social construido en base a los deseos e intereses de un sujeto particular, éste que muy acertadamente define la economista feminista Amaia Pérez Orozco como el BBVAH -burgués, blanco, varón, adulto y heterosexual-, y que termina negando a la mitad de la población -las mujeres- la ciudadanía de pleno derecho y relegándonos a una posición secundaria de subordinación.

Pero, ¿cómo impacta esta construcción androcéntrica de la cultura en nuestros cuerpos femeninos? Son diversas las formas en que se manifiesta la violencia patriarcal, que van desde percibir el cuerpo de las mujeres como un cuerpo ligado esencialmente a la reproducción cuyo destino inexorable es la maternidad obligatoria, hasta entender el cuerpo femenino como un cuerpo disponible para el cuidado del otro, propiedad del otro y siempre preparado para satisfacer al otro.

Para tener un mapa completo de esta revisión cultural, resulta ineludible sumar la variable capital, encontrándonos así con lo que Foucault denominó "biopoder", esto es, las técnicas que los Estados modernos usan para subyugar los cuerpos y controlar a la población. El feminismo ha puesto sobre la mesa cómo determinadas instituciones violentan los cuerpos de las mujeres. De un lado la religión, tremendamente misógina y machista, y de otro la ciencia biomédica, construida desde una visión androcéntrica. Convirtiéndose ambas instituciones en herramientas de control reproductivo de los Estados modernos.

Desde la perspectiva que nos ofrece el feminismo marxista, tal como señala Silvia Federicci, logramos visibilizar cómo estas instituciones que están al servicio del capital, mantienen un doble discurso que sirve para alimentar un modelo de familia tradicional que le es funcional al propio sistema económico capitalista, generando mano de obra susceptible de ser explotada.

Entonces, ¿cómo, desde la organización entre mujeres y feministas, podemos hacer frente a este continuo intento de expropiación de nuestro territorio-cuerpo?

Nuestros cuerpos, cuerpos de mujeres, se han convertido en un territorio en disputa sobre el que nos vemos obligadas a librar una batalla política de reapropiación. Son varias las estrategias que desde la articulación feminista debiéramos transitar, siendo importante resignificar el aborto como un acto subversivo y de rebeldía ante el sistema patriarcal, percibir el aborto como un acto de insumisión ante un sistema que nos violenta diariamente desde que nacemos -e incluso antes- hasta nuestra muerte, de tal forma que el aborto sea leído por la sociedad como un ejercicio de derecho y de autodeterminación. No menor es la relevancia que cobra en esta estrategia de resignificación, la descolonización de nuestros cuerpos, esto implica un ejercicio de deconstrucción de lo hegemónico, que permita reapropiarnos de un cuerpo que nos pertenece, rompiendo con lo impuesto desde la cultura occidentalocéntrica que en un momento histórico, el de la invasión, impuso su moral religiosa retrógrada y conservadora, además de un sistema económico destructivo y desigualitario.

En la búsqueda por la reapropiación de nuestras cuerpas, en el viaje hacia la descolonización y en la pretensión de ejercer nuestra autodeterminación, reconocemos en la práctica del aborto una acción subversiva, contraria a la estructura hetero-patriarcal y rupturista de la penalización jurídico-social que la envuelve. Porque más allá de las diferentes legislaciones y valoraciones sociales existentes, donde en algunos casos se penaliza y criminaliza esta práctica cuando no se ajusta a determinadas causales, mientras que en otros se castiga de modo absoluto (este es el caso de 9 países a nivel mundial, 7 de ellos en Latinoamérica: El Salvador, Nicaragua, Honduras, Haití, República Dominicana, Surinam y Chile), el aborto es un hecho, sigue siendo llevado a cabo por millones de mujeres en los más recónditos lugares del mundo, una especie de práctica ancestral que al convertirse en tabú, ha ido transmitiéndose desde el silencio y en secreto entre mujeres.

En este contexto, cobra importancia la “despenalización social” del aborto, razón por la cual diversas colectivas y organizaciones feministas trabajamos, pues entendemos que es la única manera de derribar el estigma que implica abortar, romper con la “culpa” y asumir que esta práctica no es más que nuestra decisión llevada a la praxis, nuestra voluntad en pleno ejercicio. Aquí, las estrategias colectivas y subversivas de resistencia adquieren sentido, permitiéndonos transformar, esto que desde determinados sectores califican de problema, en una solución que sólo corresponde a las mujeres, porque en nuestras cuerpas “nosotras decidimos”.

En el caso particular de Chile (decimos particular porque es uno de los 9 países del mundo que penaliza el aborto en cualquier circunstancia), nos encontramos sujetas a una legislación heredada de la dictadura, donde la libertad de decidir está coartada por el control del Estado, por la moral religiosa y por los sectores conservadores de la sociedad civil, que ni siquiera los gobiernos mal llamados “democráticos” han querido modificar. Hoy duerme en el congreso un proyecto de ley que dice legalizar el aborto en un discurso desvirtuado, pero sólo contempla tres casos específicos, lo que oculta una realidad donde el 96% de las casos por los cuales las mujeres abortamos en el país, van más allá de la inviabilidad fetal, el riesgo de vida de la madre (considerándose sólo problemas físicos y no síquicos) y embarazos producto de una violación. Es decir, hoy día en Chile existen #InfinitasCausales para abortar. Para dimensionar este fenómeno en números hay que acudir a datos extraoficiales: una cifra estimativa -la oculta- nos habla de entre 70.000 a 150.000 abortos clandestinos practicados anualmente en el país. En otras palabras, en Chile las mujeres hemos abortado, abortamos y seguiremos abortando independientemente del contexto socio-jurídico más o menos hostil.

De esta necesidad de dar respuesta a mujeres que quieren acceder a información relevante sobre sus derechos sexuales y reproductivos, sobre la elección de la no maternidad obligatoria y que en un contexto de criminalización como el chileno encuentran barreras de acceso a la información, surge la Red Feminista y de Entrega de Información para un aborto libre, seguro y autónomo.

¿Por qué hablamos de aborto libre, seguro y autónomo?

Libre porque en el contexto actual, siendo Chile uno de los 9 países en el mundo que penaliza el aborto bajo cualquier circunstancia y en el cual hoy se discute un proyecto de despenalización bajo 3 causales que constituyen menos del 4% de los casos, creemos necesario hacer visible que dicho proyecto es insuficiente y levantar nuestra postura de aborto libre, en el sentido que las mujeres tenemos #InfinitasCausales para abortar, las que creemos no requieren ser determinadas, reguladas ni validadas por nadie salvo por nosotras mismas. Creemos que en un contexto de no criminalización, las mujeres idealmente podríamos conversar sobre el aborto, prepararnos a lo largo de nuestras vidas, compartirnos experiencias e información de modo que pudiésemos escoger efectivamente cómo y cuándo abortar. Porque no queremos derechos a medias, no queremos que ningún organismo regule la decisión sobre nuestro cuerpo, no queremos que nos infantilicen ni que nos tutelen, somos seres humanas completamente autónomas. Estamos de acuerdo en que la maternidad debe ser un acto de goce y no de obligación.

Seguro porque en la situación actual de criminalización y ocultismo, es necesario que las mujeres sepamos que no estamos solas, que somos todas parte de una red, de un colectivo de mujeres que abortamos y que nos acompañamos, que nos entregamos información que el Estado nos niega, que compartimos  nuestras experiencias y que nos cuidamos de la violencia de una sociedad que nos juzga y criminaliza. Reconocemos que vivimos en un contexto que ha naturalizado el control farmacológico de nuestros cuerpos desde pequeñas, tenemos una mirada crítica hacia la biomedicina por ser androcéntrica y patriarcal, pero nos parece relevante acceder a los avances de la medicina y pensamos que el uso de pastillas para abortar cuando nosotras lo deseemos es lícito. Además estamos totalmente en contra de la existencia de un mercado irregular que además de permitir el lucro, pone en riesgo la seguridad de las mujeres en distintos aspectos (pastillas que no son, consejos que pueden no ser oportunos, etc.).

Y Autónomo porque estamos convencidas de que la práctica del aborto con pastillas hasta las 12 semanas de embarazo puede ser realizada por una misma, en casa, sola o en compañía de quien una desee y al margen de la institución médica o jurídica que vigile o legitime el proceso. Sólo necesitamos contar con información veraz y validada. Porque autónoma debiese ser la decisión y el acceso a los diferentes métodos IVE (interrupción voluntaria del embrazo). Porque apostamos por la desmedicalización del aborto, re-apropiándonos de un conocimiento -el médico- que genera relaciones de poder.

Fruto de este trabajo de reflexión y coordinación de la Red Feminista y de Entrega de Información para un aborto libre, seguro y autónomo, surge #MisoPa'Todas. Campaña nacional que tiene una doble intencionalidad; de un lado, la despenalización social del aborto con el objetivo de transformar el imaginario colectivo y las subjetividades que apelan a la maternidad obligatoria. Y de otro, reducir las dificultades de acceso a información confiable y contrastada sobre cómo interrumpir un embarazo no deseado con pastillas, de forma segura y autónoma. Esta iniciativa #MisoPa'Todas, cuyo lema es #InfinitasCausales, nace del trabajo de diversas colectivas feministas y lesbofeministas que desde las bases trabajamos por la autogestión de la autonomía de nosotras las mujeres y por la promoción, respeto y garantía de los derechos sexuales y reproductivos.

Así pues, siendo un objetivo fundamental de la campaña #MisoPa'Todas la entrega de información fiable y contrastada, practicamos la desobediencia al patriarcado y apostamos por la democratización de los conocimientos disponibles sobre procesos seguros y eficaces de interrupción de embarazo con pastillas, avalados por la Organización Mundial de la Salud y por la evidencia científica validada y difundida por organizaciones internacionales tales como Women on Web o Women help Women, entre otras, pero sobre todo, respaldados por la experiencia de miles de mujeres que en su proceso de aborto han usado Misoprostol de manera segura, económica y autónoma.

#MisoPa'Todas busca romper con el tabú instalando en el imaginario colectivo sobre la práctica del aborto y además asentar la idea de que todas las mujeres tenemos la responsabilidad y el deseo de conocer y compartir información relevante y validada sobre los diferentes procesos de aborto, así como de los medicamentos disponibles para llevarlo a cabo de forma segura con mifepristona y misoprostol o sólo misoprostol. Este último, de uso original para el tratamiento de ulceras gastrointestinales, fue descubierto por mujeres brasileñas que buscaban abortar autónomamente, socializando entre ellas la dosis adecuada para su uso abortivo tal como señala la demógrafa brasileña Sarah Costa. Más tarde, fruto de una nueva colonización del saber, este conocimiento sería arrebatado por la OMS -que hoy lo contempla como medicamento de la canasta básica-, pero que está restringido en Chile -disponible en los países en que el aborto está permitido-.

Por tanto, haciendo frente a esta información que el Estado nos niega, relevando toda la que las mujeres atesoramos fruto de nuestra práctica histórica, es que la seguiremos transmitiendo sin tabúes ni culpas, para devolvernos a nosotras mismas la posibilidad de pensarlo, compartirlo, cuidarnos... hablemos de aborto.




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