Rocío Alorda
Zelada
MMM-Chile/Periodista
Marchantes
de Brasil, Argentina y Paraguay se reunieron en diciembre del año pasado en
Santiago de Chile, para compartir con sus pares nacionales en la segunda
escuela Cono Sur de la Marcha Mundial de las Mujeres, que en esta edición puso
en el centro las “Violencias y resistencias feministas en el continente, una mirada
desde la interseccionalidad”.
En
esta actividad participaron representantes de CONAMURI de Paraguay, de la MMM
de Brasil y de Pañuelos en Rebeldía de Argentina, además de organizaciones aliadas
como la Asociación Nacional de Mujeres Rurales e Indígenas, ANAMURI; la
Coordinadora Feministas en Lucha, CFL; La Alzada; Colectivo Rangintulewfü;
Colectivo Viento Sur, entre otras. Así, durante tres días las representantes
feministas pudieron compartir reflexiones y experiencias de acción frente a las
diversas formas de violencia que les afectan, a fin de contribuir con el
proceso de formación de la Marcha Mundial de las Mujeres en la región.
Tres
días de reflexiones sin fronteras
La
posibilidad única de reunir a representantes feministas del Cono Sur, permitió
poner en común experiencias y aprendizajes de organizaciones que llevan por
años una importante lucha antipatriarcal en sus países. Así, la apertura de la
Escuela fue realizada por la dirigenta de ANAMURI, Alicia Muñoz, quien se refirió a las resistencias
que las mujeres campesinas e indígenas llevan a cabo en territorios violentados,
y especialmente a la experiencia del Tribunal Ético realizado en la ciudad de
Cañete, Región del Bío-Bío.
Tal
como explicó Alicia, “este Tribunal Ético
quiso contribuir a visibilizar y denunciar la vulneración de los derechos
humanos que ocurre en comunidades del territorio ancestral del pueblo mapuche,
generada por una política institucionalizada de violencia contra la mujer
mapuche, niños y niñas, fomentada y exigida por el capital nacional y
transnacional, y que proviene de un continuo histórico de dominación”. En
ese contexto, explicó que en dicho territorio ancestral existe un alto nivel de
violencia estatal y empresarial que se manifiesta en “la criminalización de toda manifestación de ejercicio legítimo de
derechos, catalogándolos como actos terroristas o a lo menos subversivos; en
insultos racistas, disparos a quemarropa, secuestros, durante manifestaciones y
allanamientos; en el respaldo del Estado a la invasión forestal e
hidroeléctrica a manos del capital nacional y transnacional y la militarización
del territorio”.
La
gran experiencia del Tribunal Ético, fue el marco que permitió abrir una rica
reflexión sobre los contextos regionales, donde cada delegación analizó las principales
situaciones de violencia que se dan en sus territorios, así como las
alternativas de resistencia que desarrollan las organizaciones feministas. Las reflexiones tuvieron puntos comunes
referidos a la violencia patriarcal que es estructural en los cuatro países y
que se refleja en la presencia de empresas transnacionales de monocultivos,
agronegocios, proyectos hidroeléctricos y mineros, etc., que dañan al medio
ambiente, las comunidades y la vida de las mujeres.
En
ese sentido, desde Paraguay destacaron la lucha de las mujeres campesinas
contra las empresas de soya y ganaderas que limitan la soberanía alimentaria de
las comunidades; la representante de Argentina relevó la articulación sindical
que las mujeres han llevado adelante para denunciar la vulneración de sus
derechos laborales; desde Brasil indicaron cómo la corrupción política-empresarial
derrocó al gobierno democrático de la Presidenta Dilma Rousseff, generando un
gran retroceso en derechos; mientras que las compañeras chilenas comentaron la
violencia estatal y económica que se da en los territorios mapuche, así como la
criminalización de las comunidades que defienden sus tierras.
La
apertura del segundo día estuvo a cargo de la feminista mexicana Fernanda
Latani, quien presentó las “Experiencias de resistencias de las mujeres
zapotecas” en México, en una muestra de cómo las mujeres luchan contra la
instalación de megaproyectos eólicos en el Istmo de Tehuantepec. En esta
jornada además, representantes de diversas organizaciones y de la MMM
entregaron interesantes reflexiones sobre los siguientes temas: militarización
y territorios en conflictos; lesbofobia y racismo; extractivismo y medio
ambiente; violencia sexual; violencia simbólica en medios de comunicación y
educación; y violencia económica. Las propuestas generadas se transformaron en acciones
feministas que finalizaron con una agenda política de la Marcha y
organizaciones hermanas.
(De)-construir
el feminismo entre todxs
Las
expresiones actuales del patriarcado en sus versiones económicas y culturales
son múltiples y se reorganizan constantemente. En los territorios, en las
urbes, así como en los diversos espacios en donde las mujeres se expresan, es
posible encontrar prácticas violentas, muchas veces difíciles de resistir. Por
ese constante reordenamiento patriarcal es importante que la formación
feminista sea una acción también constante, capaz de generar lecturas a tiempo
sobre las nuevas estrategias del binomio capitalismo-patriarcado.
Pero
sabemos que si hay muchas expresiones de machismo, habrá muchas formas de
articularse contra él desde el conocimiento y la acción. Así reflexiona Mafalda
Galdames, destacada formadora social y coordinadora regional de la Marcha
Mundial de las Mujeres de las Américas, quien indica que “la importancia de la formación feminista, es que somos mujeres que
pertenecemos a diferentes organizaciones y colectivos que tenemos temáticas
comunes que defendemos dentro de los movimientos sociales, también radica en
que nosotras las mujeres de la MMM, no pensamos que existe un planteamiento
único y acabado sobre el feminismo, tenemos diversos enfoques que provienen de
una raíz común que es la opresión clasista y patriarcal, por eso las miradas
provienen desde su origen común al de los pueblos originarios y sus comunidades
indígenas, también está el mestizaje y las formas de opresión que otorga la clase económica dominante y la
identidad sexual que no acepta los cánones hetero-normativos”. Para Mafalda
esta formación nos permite conocer esas otras miradas y aprender a respetarnos
en nuestra diversidad, “las mujeres
mapuche nos dicen de-colonizar el pensamiento y nosotras hablamos de luchar contra
el patriarcado, en algún punto ambas estamos de acuerdo, que la violencia
estructural está cimentada sobre la opresión y violencia que
se ejerce hacia las mujeres, que tenemos que hablar desde nosotras y no repetir
esquemas estereotipados y que las experiencias también nos señalan caminos que
van formando nuestras propias identidades feministas”.
Esta
Escuela Cono Sur ha querido seguir construyendo acciones feministas en diálogo
constante con compañeras de otros países, porque ahí radica la posibilidad de
revisar nuestro quehacer y mirarlo junto a otras, de manera tal de ver cómo en
muchos y diversos territorios las luchas son comunes a pesar de las diferencias
que al parecer existen entre cada nación. Así lo explica Cony Oviedo de
CONAMURI- Paraguay: “nos juntamos entre
mujeres, entre hermanas feministas no sólo a pensar cómo podemos hacer para que
todas, toditas podamos liberarnos al fin de tanta opresión, de tanta violencia,
de tanta desigualdad. Tomadas de las manos, abrazadas, con sonrisas, con amor,
con la rabia que nos da tantas injusticas, con alegrías y tristezas, con todas
las fuerzas de la historia de la lucha feminista. En la Escuela hemos analizado
como el avance del modelo capitalista, extractivista, va despojando, saqueando
a nuestros pueblos, criminalizando nuestras luchas por la defensa de la
Soberanía, de nuestros recursos naturales”.
Esta
segunda experiencia de formación feminista del Cono Sur permitió volver a poner
en el centro que esta lucha contra la violencia patriarcal no tiene fronteras y
–en palabras de Cony- “nos fortalece en
la esperanza de cambiar esta realidad que nos parece imposible e intolerable”,
cambio que desde la Marcha Mundial de las Mujeres se realiza a partir de la
formación y organización feminista que ve en las compañeras las principales
fuentes de sabiduría en la resistencia antipatriarcal.