MMM-Chile reflexiona sobre el trabajo precario y
sus impactos en las mujeres trabajadoras
Rocío Alorda Zelada
MMM-Chile/Periodista
En el marco de las 24 horas de Acción Internacional de la Marcha Mundial
de las Mujeres (MMM) que conmemora la masacre de Rana Plaza en Bangladesh
ocurrida el 24 de abril del 2013, la MMM punto focal Chile realizó el Conversatorio
“Trabajo precario: impactos,
resistencias y propuestas de las mujeres trabajadoras”, acción organizada junto
a la Asociación Nacional de Mujeres Rurales e Indígenas, ANAMURI.
La actividad - que reunió a cerca de 100 personas - fue un lugar de
encuentro feminista donde dirigentas del mundo del trabajo, migrantes y
asalariadas agrícolas de temporada, entregaron reflexiones sobre cómo las
mujeres se han organizado para resistir al modelo neoliberal, buscando formas
de organización ante la precarización del trabajo.
La coordinadora nacional de la MMM-Chile, Johanna Molina, indicó que “para nosotras, las activistas de la Marcha
Mundial de las Mujeres, cada 24 de abril es un momento para reafirmar nuestra
lucha contra el poder patriarcal y la impunidad de
las corporaciones trasnacionales, así como contra todas las formas de explotación
que precarizan y vulneran las vidas de las mujeres trabajadoras. Desde nuestro
accionar de la Marcha en Chile, llevamos 10 años problematizando desde la
economía feminista cómo las mujeres se enfrentan al mundo del trabajo en un
contexto capitalista que invisibiliza su aporte a las economías nacionales y
locales”.
En ese sentido, como una forma de destacar la lucha de las mujeres por
liberar sus territorios de las transnacionales, al inicio de la jornada se hizo
un homenaje a la activista Macarena Valdés, asesinada luego de haber
participado en diversas acciones de defensa de su territorio amenazado por la
instalación de un proyecto hidroeléctrico de capitales austro-chilenos.
El contexto nacional
En Chile, según los datos de la Encuesta de Caracterización
Socioeconómica Nacional (CASEN) 2015, las mujeres ganan un tercio menos que los
hombres y aunque se formen y tengan estudios de posgrado, aun con título de
doctorado, obtienen menores ingresos que sus compañeros con la misma formación
académica.
Peor aún, las mujeres siguen siendo las únicas responsables
del cuidado de niños-niñas, adultos mayores y enfermos, así como de las labores
del hogar, ya que un 20,9% de ellas no trabajaron por razones de cuidado
familiar o quehaceres domésticos y cerca
de un 70% de las mujeres cuidan de manera no remunerada a personas con
dependencia funcional en sus hogares. Es decir, la doble jornada laboral
en Chile sigue intacta.
El conversatorio, compartiendo
experiencias
Frente a este contexto y reconociendo el aporte de la
economía feminista en hacer visible la contribución de las mujeres a la
economía, el conversatorio de la MMM-Chile, dio cuenta de experiencias que han
posibilitado que las mujeres en Chile tomen vías de empoderamiento que
las logre alejar de los espacios de dominación.
La primera expositora fue la compañera guatemalteca, Fabiola Virginia Morales Ortiz, cientista
política quien hace seis años vive en Chile y forma parte del Colectivo
Justicia para Guatemala y del Movimiento Acción Migrante desde el 2014.
Fabiola se refirió a las dificultades que
enfrentan las mujeres al migrar, que van desde la burocracia nacional hasta el racismo
imperante, indicando que las mujeres migrantes se ven más vulnerables al
momento de decidir transitar libremente en Chile, ya que el contexto
estructural imposibilita la migración. En el país, la migración es
principalmente femenina, llegando a un 51%. Un 23% del total de las mujeres
migrantes vive en situación de pobreza. Uno de los problemas que dificulta el
trabajo migrante es que la ley que regula este ámbito es herencia de la
dictadura que entraba el proceso de obtención de visas.
Por eso -señala- la mayoría de las
mujeres que migran y que vienen a trabajar, optan por la visa por contrato, lo
que implica que muchas de ellas aceptan trabajos precarios y con bajos
salarios, para conseguir un contrato que a su vez les permita obtener una visa.
Frente a esta situación de vulneración Fabiola explica que “el primer paso para enfrentar esta situación
es organizarnos, ya que los migrantes en Chile están condicionando sus derechos
políticos por el derecho al trabajo, porque como lo que se necesita es un
trabajo se deja de lado la organización que busca cambiar esas dinámicas. Por
eso creemos que es vital la organización, la visibilización y tener la
oportunidad de participar de estos espacios y compartir con otras
organizaciones con las que juntas podamos complementar e idear estrategias para
esta situación”.
Desde el mundo del trabajo, Carolina
Rojas, socia del Sindicato de Mujeres Temporeras de Vicuña y parte de la
Asociación Nacional de Mujeres Rurales e Indígenas, ANAMURI, comentó sobre las
condiciones laborales de las Asalariadas Agrícolas de Temporada en el norte del
país. Carolina reconoce que después de más de 10 años de lucha en el sector, se
han logrado algunas mejoras en infraestructura –baños y comedores, por ejemplo-
pero nada de fondo, ya que el trato y el salario siguen siendo indignos,
situación que se reproduce con las personas migrantes.
“Como sindicato -señala- estamos
preocupados por abrir las puertas a las migrantes para darles el apoyo, porque
los fundos en Vicuña (Región de Coquimbo), castigan las denuncias, es decir, si
reclamas y dices que eres del sindicato te quedas sin trabajo, así de simple”.
Este trato denigrante que viven las personas migrantes en los campamentos de
los fundos (lugares donde viven durante la cosecha) se caracteriza por el
hacinamiento y el abuso, ya que si las trabajadoras reclaman se quedan sin
trabajo, y en consecuencia sin visa.
Para la dirigenta sindical, hoy el foco está puesto en “sacar a los contratistas, ya que ellos
precarizan mucho los salarios, llegan a pagar por día no más de $1.000 (un
dólar y medio), es decir mucho menos que el sueldo mínimo”.
Finalmente, Jimena Aguirre Galindo, vocera del Movimiento Cabread@s del
sector público, Directora Nacional de la Agrupación Nacional de Empleados
Fiscales, ANEF, señaló cómo el Estado ha precarizado a las trabajadoras y cómo
ha sido el proceso de organización que han articulado. Jimena explicó que desde
el 2012 han formado un movimiento de trabajadores independientes y autónomos en
la defensa de los derechos de las y los trabajadores del país, “ya que como trabajadores del Estado tampoco
estamos exentos de la vulneración de derechos”.
La dirigenta reconoció que el Estado es el sector que tiene mayor
sindicalización ya que no hay impedimentos para hacerlo, sin embargo, la
vulneración de derechos se ha acentuado a través del aumento en la dotación de
trabajadores a honorarios. Si bien el estatuto administrativo señala que tiene
que haber un 80% de trabajadores de planta y un 20% a contrata (honorarios),
esa situación hoy no se condice con la realidad.
“La contrata es un sistema de empleo precario
porque no tiene ninguna estabilidad laboral, donde la gente tiene
contrataciones anuales y hasta noviembre del año pasado bastaba con que un
director de servicio notificara el cese de contrata y alguien que llevaba 12 o
15 años en el Estado se iba para la casa con el sueldo del mes porque tampoco
hay derechos a indemnización por años de servicio”, explica la dirigenta.
Si bien, en todos los casos expuestos se develaron dramáticas
condiciones de precariedad y vulneración de derechos, las tres expositoras
coincidieron en que la única forma de enfrentar estas políticas neoliberales y
sexistas es a partir de la organización de las trabajadoras y su capacidad de
incidir en los espacios públicos.
Esta actividad fue realizada gracias a la colaboración de la Fundación Heinrich
Böll y la Federación de Estudiantes de la Universidad de Chile.