lunes, 25 de julio de 2016

Los pies en la calle... una y otra vez, hasta que todas seamos libres


25 de julio de 2016, Cuarta Marcha por el Aborto Libre

Cada cierto tiempo me viene una crisis lumbar, que “no hagas desórdenes” me dicen, y yo me pregunto ¿a qué le llaman desórdenes? Claro, quizás no debería cargar el saco con tierra, pero si no cómo crecería la huerta; no debería amasar gres, pero si no imposible continuar con el proceso creativo y mágico de una pieza de cerámica... “No vayas a la marcha”, me dijeron también, pero si no, cómo hacer escuchar mis derechos, mis derechos que también son los tuyos y los de todas. Cómo sentirse una sola con las compañeras marchantes y marchisticas, cómo transformar muchas voces en un solo grito contra el patriarcado, contra la maternidad obligatoria, contra la opresión sobre nuestros cuerpos... cómo? Y entonces me fui a la marcha, la Cuarta Marcha por el Aborto Libre, y estando ahí, entre una multiplicidad de colores, olores, voces, risas, se me aprieta la guata y desaparece el dolor, no puedo sentir nada más que esperanza y fuerza feminista.

Ahí estábamos la Marcha Mundial de las Mujeres y Dahiana, nuestra invitada transandina, con nuestro precioso lienzo con rostros de mujeres que comparten y se acompañan con sus saberes y prácticas abortivas, que son nuestros propios rostros los reflejados. Ahí estábamos la Coordinadora de Feministas en Lucha, a la vanguardia, en toda su diversidad y riqueza. Las que abortaron, las que decidieron ser madres, las que no, las embarazadas -una en especial-. Y tantas otras y otros y otres, llenando las calles, avanzando al ritmo de tambores, bailando, en compañía de las antorchas de la Brigada de Propaganda Feminista, de las banderas universitarias, de la creatividad al servicio de la lucha. Y lo mismo en otras ciudades a lo largo de todo este largo paisito.

Desde Plaza Italia hasta Los Héroes, sin violencias, sin incidentes, ocho mil de todas las generaciones marchamos por el aborto libre. A ratos gritando, a ratos profundizando en las conversaciones, a ratos riéndonos de nosotras mismas. Porque las mujeres abortamos, porque yo mi soberana, porque infinitas causales, porque abortemos la maternidad obligatoria, abortemos la heteronorma, porque amor entre mujeres, porque alerta feminista, porque contra el patriarcado, el racismo y el capitalismo, y porque ¡seguiremos marchando hasta que todas seamos libres!

Sin dudarlo, dejaría otra vez los pies en la calle.



Johanna Molina

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