A días de
haber tomado las calles para levantar nuestras voces contra las
violencias que sufrimos las mujeres en nuestros territorios nos reunimos de
forma virtual para evaluar nuestras acciones y sus resultados.
Las mujeres nuestramericanas este 8 de marzo feminista nos
levantamos y dimos muestra de la capacidad que tenemos de organizarnos y
convocarnos en toda nuestra diversidad. Se tomaron las calles desde la
provincia de Quebec hasta Argentina, el caribe también se hizo sentir, y
si bien hubo intentos de represión en
territorios como Nicaragua o Bolivia en ninguno pudieron amedrentar a las
mujeres. Todas las coordinaciones nacionales de la Marcha Mundial de las
Mujeres hicieron sus llamados a la V Acción Internacional.
Sin embargo,
más allá de la alegría que da encontrarnos y saber que somos muchas, hoy
tenemos que decir que vivimos en territorios que castigan fuertemente los
cuerpos de las mujeres.
El mismo 8
de marzo, mientras las calles vibraban con la furia feminista se cometieron
femicidios en México, Honduras, Venezuela, y Argentina. Brasil,
México, Argentina, Honduras, El Salvador, Guatemala y Bolivia son los países
más peligrosos para las mujeres y el continente Americano es la segunda región
más peligrosa para las mujeres del mundo.
Los
femicidios en toda la región están amparados en la impunidad que otorga
sistemas de justicia y sociedades que se niegan a actuar y en medios de
comunicación que dan la espalda al problema y se empeñan en ser reproductores
de la violencia machista.
Pero, el
femicidio no es la única calamidad que nos azota.
Mientras compartíamos los diferentes reportes, en Chile la
oficina de las compañeras de Anamuri era cercada por un muro de concreto
colocado en la calle, de allá nos llegan noticias sobre la represión cotidiana
que están sufriendo, allanamientos, detenciones arbitrarias, violación al libre
transito y al derecho a la información.
Noticias
similares tenemos desde la hermana Bolivia, quienes tuvieron una movilización
sin precedente este 8M. Marcha que podemos describir como un acto de gran
valentía que convocó a una gran diversidad de mujeres decididas a resistir al
golpe y marchar para transformar su país.
A todo este panorama se suma la pandemia del Coronavirus y
lo que significa de recargo de trabajos para los cuerpos y vidas de las
mujeres, tanto como de desafíos para continuar con nuestras luchas,
construcciones de alianzas y fortalecimiento de organizaciones en el marco de
la cuarentena. Ahora, más
que nunca, se hace visible que la vida y el bienestar de los pueblos
debe ser el centro, como lo plantea las propuesta de la economía feminista.