Vivencias de Feminismo Territorial en La
Bandera: Movimiento y Transformación
Asamblea
de Mujeres La Bandera
Movimiento
Solidario Vida Digna
Abrimos este escrito para compartir la experiencia y reflexiones a
partir de la práctica organizativa feminista de Mujeres en la población de La
Bandera, ubicada en la periferia de Santiago. Práctica que lleva 3 años de
camino, pero que proviene de una trayectoria de organización libertaria de casi
10 años, facilitada por lo que hoy es el Movimiento Solidario Vida Digna
(MSVD).
Compartimos esta experiencia solo con el afán de socializar saberes,
pues somos conscientes que cada territorio y organización crea su propio modo,
prudente con su realidad, ideas y sentires, lo cual nos hace vivenciar de forma
única cada acción política de liberación.
Para nosotras, nuestros fundamentos feministas han estado influenciados
por varias corrientes, que descubrimos y hemos ido construyendo en el andar, sabiendo
desde un inicio que somos mujeres de una clase, que por lo mismo trabajamos
desde y para la liberación de esta, promoviendo la organización de nuestra
comunidad, guiadas por la autonomía y autogestión de nuestras vidas, haciendo consciente
día a día que es posible sacarnos de lxs cuerpxs diversas opresiones con las
que cargamos, así también sabiendo que es el momento para interrelacionarnos
desde otras formas de comprender el mundo, como dicen nuestras compas del
Circulo de Puya ...donde la naturaleza, lo
espiritual, lo corporal y lo político-económico funcionan como un todo, sin la
jerarquización social a la que estamos acotumbradxs, la que borra el sentido de
comunidad y antepone el exitismo y el dinero como única forma de vida, lo que
hoy nos tiene en una crisis ecológica y social que pone en riesgo la vida de
todo el planeta.
Ya escrito esto, les contamos nuestra experiencia.
...Reconocernos, acuerparnos y empoderarnos
Nos sucedió luego de varios años del agitado hacer político
como MSVD -organización mixta-, llegó un momento donde las mujeres de la
organización nos pausamos y comenzamos a reconocernos como hermanas en la
lucha, a vernos como sujetas activas políticamente, capaces de crear y diseñar
nuestras propias ideas y acciones políticas... fue el tiempo de sacar la voz,
coherente con un pensamiento más maduro, también de ser capaces de vernos como
colectividad, ver que éramos varias mujeres coincidiendo en este momento nos
acercó aún más. Existió un acuerpamiento cotidiano, de cuidarnos, de compartir
nuestras buenas y malas experiencias en los diversos caminos de cada una, de
aceptarnos, de revelarnos el autoconocimiento de nuestras cuerpas; de convivir
con nuestras coherencias y contradicciones en el infinito proceso de
deconstrucción y co-construcción. Todo esto nos movió e influyó en nuestra
organización, la cual fue mutando y creciendo entre todxs, sin haber una forma
feminista explicita. Hoy sabemos, sin duda, que los cambios que sucedían en ese
tiempo provenían de una fuerza feminista.
Circular conscientemente en la energía femenina y
en lo político que habita en ella, movernos de lo colectivo a lo individual y
viceversa, fue parte de un proceso que se hizo más concreto en este tiempo, lo
cual nos nutrió y movilizó. Se encendió el fuego que nos permitió tener la
determinación de encontrarnos, ya no sólo entre nosotras -mujeres activas
políticamente-, sino también con nuestras vecinas y con las mujeres que se
organizaban en el Movimiento. Fue el tiempo de gestar un espacio de mujeres con
arraigo feminista. Hito de este proceso fue el “Primer Encuentro Territorial de
Mujeres en La Bandera”, organizado con diversas mujeres y colectividades, lo
cual reforzó un aprendizaje que ya venía de nuestro hacer como Movimiento, pero
que tomó su propia especificidad ...redes entre mujeres <3.
Entendemos el trabajo en red, como uno de los
pilares de nuestro hacer, no sólo en la importancia del apoyo mutuo, de la
retroalimentación y complementariedad en los diferentes procesos de cada
colectiva, sino también perspectivando colaboraciones más amplias en tiempos de
reivindicaciones y exigencia social. De ahí la importancia de encontrar los
tiempos de colaboración y de conocerse, pese a que resta dedicación a nuestros
trabajos, sabemos que la retribución vendrá multiplicada y sumará finalmente a
una totalidad transformadora.
Conformándonos como
Asamblea de Mujeres La Bandera
Iniciada la conformación de la Asamblea de Mujeres,
parte de nuestro ejercicio de definición de ese momento lo vimos de esta forma:
“La Asamblea de Mujeres de la Bandera es un espacio en el cual, como mujeres
pobladoras, nos encontramos para resolver nuestras necesidades e inquietudes,
confiadas en que juntas tenemos el poder para lograrlo. Sentimos que es
importante desarrollar iniciativas que apunten a crear espacios comunitarios de
encuentro, solidaridad y trabajo conjunto con el fin de promover valores y
prácticas como el autoconocimiento, las distintas dimensiones de la salud, la
educación colectiva, el apoyo mutuo, los lazos de cariño y confianza y la
autovaloración entre mujeres”.
Este tiempo estuvo marcado por espacios de autocuidado, mediante
talleres para mujeres que aún desarrollamos de forma permanente, buscando
reconectar y armonizar nuestra relación cuerpo-mente-emoción-espiritualidad,
haciendo consciente la recuperación de nuestra
cuerpa como primer territorio de resistencia. También facilitamos
espacios de formación. En conjunto con La Alzada, Acción Feminista Libertaria,
realizamos el “Taller Formación de Monitoras en Salud Sexual y Prevención del
VIH - SIDA” con financiamiento del Fondo Alquimia, dirigido a vecinas y mujeres
de los comités de allegadxs del Movimiento. En este espacio de encuentro se
produjeron aprendizajes muy significativos, alusivos al conocimiento y
apropiación de nuestras cuerpas, a nuestra salud, a los roles de género y
diversas situaciones de violencia. Cada relato compartido acercó nuestras
diversas historias de vidas, visibilizamos con claridad como las opresiones nos
afectan de diferentes formas -interseccionalidad-... ¡Nos tuvimos que acuerpar
un montón!
Igualmente, fueron muy sentidos los testimonios de violencia, que sin
duda marcaron nuestro caminar, lo cual coincidió con uno de los primeros casos
de violencia física contra una mujer de nuestra organización a la que tuvimos
que acompañar. El primero de muchos, nos hizo ver la urgencia de buscar redes
para formarnos y apoyarnos ante estas situaciones.
Siempre seguimos tejiendo
redes con compañeras, en este caso fueron mujeres expertas en diversas
temáticas. Ellas nos han educado y han aportado en nuestros procesos de
liberación. Así también, con estos espacios educativos, aprendimos que nosotras
mismas somos capaces de echar mano a la creatividad y adentrarnos al mundo de
las metodologías participativas feministas ¡Todas podemos!
Fortaleciéndonos
La consolidación de nuestro espacio se ha dado lenta y fluctuantemente,
siendo importante para nuestro territorio y comunidad seguir realizando
Encuentros de Mujeres y abrir espacios de autocuidado.
Sumado a esto, lo que más ha marcado nuestro quehacer ha sido el “Ciclo
de Educación y Concientización de Violencia contra las Mujeres”. Desde nuestra
inexperiencia con el teatro, nos atrevimos a diseñar metodologías feministas,
mezclando nuestros saberes como educadoras populares con técnicas del teatro y…
nos dejamos fluir. Lo cual resultó en exitosas intervenciones teatrales
desarrolladas en las asambleas del Comité de Vivienda, con el fin de
visibilizar y problematizar, entre todxs y de manera participativa, diferentes
tipos de violencia de género naturalizadas en nuestras vidas cotidianas. Cada
semana abríamos un espacio sólo para mujeres al cual aprovechábamos de invitar
a las vecinas que se sintieran identificadas y/o interesadas con las temáticas
planteadas para profundizarlas, convirtiéndose en un espacio súper valorado por
todas, logrando ser una red de apoyo y contención... comimos, hablamos y reímos
harto también!
Desde esta práctica comprendimos la necesidad de promover espacios
separatistas entre mujeres, inigualables en confianza, complicidad, seguridad y
conspiración. En varias de estas sesiones trabajamos la hermandad entre mujeres
-sororidad- para visibilizar y eliminar la constante competencia, agresión y prejuicios entre nosotras, comprendiendo
que ha sido una enseñanza social del patriarcado y el capitalismo que sólo ha
servido para dividirnos y debilitarnos como clase.
Este ciclo terminó con la participación de vecinas del comité que de a
poco se sumaron a estas intervenciones, quienes además cumplieron un rol activo
en la organización y coordinación de la marcha internacional contra la
violencia hacia las mujeres el 25 de noviembre a la cual salimos a marchar con
el comité como hito final.
Nuestro presente
Nuestro
aquí y ahora es un sin fin de deseos y desafíos, más aún en la contingencia
feminista que vivimos en nuestro territorio. Sabiendo que estamos en un momento
histórico, hemos participado de coordinaciones y foros donde hemos compartido
nuestros aprendizajes, reflexionado juntas, aprendido, y obvio, conspirado.
Queremos
aprender de todo, seguir empoderándonos juntas, sacar la vergüenza, practicar
autodefensa, educarnos en disidencia sexual, integrar a nuestrxs hermanxs
migrantes, levantar iniciativas de economía autogestiva y cooperativa, compartir
nuestros saberes… en fin, mucho trabajo por delante. Valoramos este tiempo, que
ha sido de compañerismo, aprendizajes, trabajo colectivo y expansión ¡Nos hemos
movilizado porque creemos que somos merecedoras, así como nuestras comunidades
y territorios, de otras formas de vida!
Para nosotras, es de nuevo un momento de formación, también de reagruparnos.
Reconocer una práctica organizativa fluctuante también ha sido una realidad,
pero como es nuestra, tratamos de no tensarnos tanto para ir aprendiendo a ser
operativas, con un ritmo que sea respetuoso con las realidades y necesidades de
todas las integrantes de la asamblea. Cuestionando las auto-exigencias y las
culpas impuestas por una forma de hacer política históricamente masculinizada
que muchas veces no da cabida a la participación política de las mujeres más
oprimidas. Vemos el resguardo del tiempo destinado para la organización, como
una resistencia en el ritmo apabullante de la ciudad y de esta modernidad
productiva capitalista que no se detiene; entonces abrirnos a la comprensión y
la empatía también son acciones de esta construcción política, forman parte del
reconocimiento de nuevas formas de militancia, del ir despojándonos de patrones
aprendidos desde la masculinidad patriarcal.
Pese a esto, siempre el moverse apremia, estamos tensadas por
situaciones que no esperan la reunión, la planificación, o el hacer del espacio
educativo; nuestro territorio está más lleno de violencia que de amor, nuestras
hermanas están viviendo situaciones de mierda que tienen que parar de una vez! ¡Es
urgente hacerlo y organizarnos y apoyarnos en estas acciones!
Escribimos estás líneas pensando en nuestra hermana haitiana Miralda
Moisé, asesinada por su pareja en mayo recién pasado, en La Bandera. Más allá
de las fronteras impuestas, te abrazamos querida Esmeralda! En nuestras luchas
estará tu memoria y la de tantas otras.