lunes, 4 de julio de 2016

Berta, la mujer guardiana de los ríos y de la vida


El crimen de Berta Cáceres, feminista y medioambientalista Hondureña

“Los cuerpos de las mujeres se convierten en objeto, en botín de las transnacionales, de estos proyectos de dominación, de opresión múltiple. No solo es el capitalismo depredador, sino que también el patriarcado y el racismo,  que se triplica más cuando somos mujeres indígenas o negras”, Berta Cáceres.

Rocío Alorda Zelada
Periodista- Mg. Comunicación Política

No alcanza la rabia, la tristeza ni la indignación para escribir sobre la muerte de Berta Cáceres, nuestra hermana feminista hondureña asesinada hace pocas semanas. El crimen político de Berta nos ha dejado sin aliento. Han asesinado a una de las mujeres más guerreras de nuestro continente quien junto al Consejo Cívico de Organizaciones Populares e Indígenas de Honduras (COPINH)- organización de la cual fue co-fundadora- , logró detener la instalación de una represa de capitales chinos  financiada por el Banco Mundial en el Río Blanco de Honduras, un río ancestral donde habita el espíritu femenino desde la cosmovisión del pueblo Lenka.
La organización de las comunidades que lideró COPINH, permitió que se reconocieran los derechos internacionales indígenas y se bajara el proyecto debido a que la comunidad se negó a la privatización de ese río sagrado. “Cuando iniciamos la lucha por el Río Blanco, me metía al río y podía hablar con el río y yo sabía lo duro que iba a ser, pero sabía que íbamos a poder, el río me lo dijo”, señaló Berta en una entrevista sobre el proceso de paralización del proyecto hidroeléctrico.
Esa lucha la llevó a recibir en abril del 2015 el Premio Medioambiental Goldman donde en la ceremonia señaló “despertemos, despertemos humanidad, ya no hay tiempo, nuestras conciencias serán sacudidas por el hecho de estar solo contemplando la autodestrucción basada en la depredación capitalista, racista y patriarcal. Construyamos entonces sociedades capaces de coexistir de manera justa, digna y por la vida. Juntémonos  y sigamos con esperanza defendiéndonos y cuidando la sangre de la tierra y de sus espíritus. Dedico este premio a todas las rebeldías, a mi madre, al pueblo Lenka, al Río Blanco, al COPINH, a las y los mártires por la defensa de los bienes de la naturaleza”.
Nos indigna y nos entristece que solo por defender la vida se le haya arrebatado la vida a Berta, sin embargo, sus palabras, su visión  integral, su feminismo siguen vivos y estarán en la memoria de todas aquellas mujeres y hombres que hoy luchan por defender la soberanía de sus territorios. Desde la Marcha Mundial de las Mujeres –Chile, la recordamos y homenajeamos en su total grandeza y a través del legado que nos ha dejado a las feministas: su rebeldía, su lucha contra el patriarcado, el racismo y el capitalismo,  su amor por la vida y los bienes naturales.
Berta, la mujer Lenka
Por más de 20 años, Berta Cáceres fue una inagotable defensora de los derechos del pueblo Lenka y de su territorio. Mujer indígena, ambientalista, feminista y coordinadora del Consejo Cívico de Organizaciones Populares e Indígenas de Honduras fue una de las voces principales por “la justicia social, la administración de los recursos naturales y los derechos de la mujer en Honduras[1]”.
En palabras de Berta, COPINH se constituyó como un espacio de emancipación para desmontar diversas formas de dominación como el capitalismo, el patriarcado y el racismo. Actualmente, dicha organización agrupa a 200 comunidades Lenka, poblaciones nativas que están organizando la resistencia por la defensa de sus territorios ancestrales.
Luego del derrocamiento del gobierno se Zelaya los movimientos sociales y las comunidades indígenas fueron duramente golpeados por el modelo neoliberal, el que se concentró en la privatización de los bienes naturales.
El 30% del territorio, en Honduras, ha sido entregado a las multinacionales mineras o hidroeléctricas. Son más de 300 empresas ilegales, que prosperan en la corrupción imperante y sin el consentimiento de las poblaciones. La conflictividad es alta. En Honduras está la más grande base militar gringa de la región, y la militarización ha crecido todavía después del golpe de estado del 2009: sobre todo en la región mosquipa, una zona inmensamente rica de Honduras, territorio que comprende cuatro pueblos originarios. Un lugar que custodia muchas riquezas hídricas, petróleo y de biodiversidad”, sostuvo Berta en entrevista con el Diario Italiano Il Manifesto.
El duro caminar de resistencias y luchas de Berta y su organización se vio duramente dañado por la ola de violencia que acompañó este proceso de avance neoliberal en el territorio hondureño. Dicha violencia estructural ha generado que en la actualidad  sea la nación con el más alto índice de homicidios en el mundo: 89 cada 100.000 habitantes, más que en los países donde hay conflictos armados.
La incansable lucha de Berta por defender el territorio indígena de mega proyectos, tuvo un alto precio: los últimos años sufrió amenazas, procesamientos vejatorios en  cárceles, ataques y el asesinato de dos de sus colegas. Sin embargo, a pesar de eso Berta Cáceres continuó su lucha inagotable, transformándose en un referente esencial  en defensa de los territorios,  la espiritualidad, la cultura y la autonomía de la Vida indígena y en una de las más respetadas defensoras de los Derechos Humanos en Honduras.
Su visión política, un legado para las mujeres
El asesinato de Berta cala hondo no solo porque se le ha quitado la vida a una gran dirigenta indígena y feminista que lideró importantes procesos de resistencia de su pueblo, sino porque se calla una voz que lúcidamente logró denunciar el modo en que se articulaba el capitalismo, el racismo y el patriarcado en América Latina.
Como mujer Lenka pudo constatar cómo los pueblos indígenas resistieron en el pasado contra la esclavitud y cómo lo hacen en el presente con el colonialismo capitalista y estatal.
Berta señalaba “para nosotros no ha sido fácil, actualmente los pueblos indígenas que luchan  por su sobrevivencia se  enfrentan a  poderes aún peores que hace 500 años. La  esclavitud que estaba entonces con cadenas,  ahora es también una esclavitud cultural. Ante estos desafíos  hacemos resistencia, luchamos, nos organizamos, nos articulamos y nos enfrentamos a retos  tan tremendos como son la  pobreza,  la miseria,  la exclusión total de un sistema racista que lo es en todos los ámbitos,  incluso en las instituciones y que es favorecido hoy por el  golpe de Estado”.
La lucha de Berta por resguardar la vida y los bienes naturales era múltiple, ya que se enfrentaba a los megaproyectos, a la privatización de los ríos, playas y montañas, a la explotación minera y a todas las leyes que favorecieran a las transnacionales.
Sin embargo, su visión iba mucho más allá: “las luchas fuertes ahora son por la defensa de los ríos, de los  bosques, de los  territorios,  de la autonomía,  contra las transnacionales,  pero también tenemos una lucha frontal contra la  militarización, la represión, contra todas las formas de opresión, no solo lo que viene de la oligarquía o de las transnacionales, sino también contra la opresión del patriarcado, contra el racismo”, señaló Berta.
En agosto del año pasado, Berta visitó Colombia para participar de un encuentro de mujeres. En ese espacio compartió diversas experiencias de defensas de territorios y lucha de las mujeres por la soberanía, haciendo una clara reflexión sobre el proceso de expansión del capitalismo a través de los Tratados de Libre Comercio y el financiamiento de organismos internacionales, así como la violación a los Derechos Humanos que genera dicho proceso y sus efectos en la vida de las mujeres.
“Enfrentamos una triple dominación que es el capitalismo, el patriarcado y el racismo. Nosotras las mujeres llevamos esa triple lucha y quisiéramos que también los hombres la llevaran para ir desmontando toda forma de opresión”,  señaló Berta en una entrevista para ese encuentro. Además, explicó cómo su organización –mixta- asumió la lucha contra el patriarcado como un posicionamiento político, realizando una fuerte labor por los derechos de las mujeres en Honduras.
Esa fuerza que emanaba Berta, era una energía que se alimentaba de su lucha constante por la soberanía y por el amor que sentía por la vida.  “Todas las mujeres en muchos sentidos somos guerreras incluso aunque no estemos organizadas. Somos guerreras porque estamos luchando por los ríos, por el agua, por la salud, por la soberanía alimentaria, por las semillas, por el conocimiento ancestral, por todas esas formas de sabiduría, educación y cultura que es lo que ha permitido que el planeta esté sobreviviendo, aunque es un planeta agonizante. Nosotros como pueblo Lenka somos custodios de esa forma de vida”.
A pesar del dolor, la lucha de Berta no queda inconclusa, ya que sembró la rebeldía en mujeres, pueblos y comunidades no solo en Honduras sino que en todos quienes la conocieron. Hoy sus hijas  –Olivia, Berta y Laura – se han levantado para denunciar la criminalización de la cual fue víctima su madre y sobre todo para mantener vivo su espíritu de lucha.
Una de las convicciones más fuertes de mi mamá era la justicia, la rebeldía, el amor por la vida y la integralidad de entender la vida con todas sus dimensiones- dijo su hija Berta-, por eso queremos que sea recordada como una luchadora integral, rebelde, llena de amor y apasionada. Como lo que ella era, una mujer que tenía una gran integralidad en su pensamiento, en su lucha y que nos legó una mirada antisistémica, de esperanza y de lucha por la autonomía”.


[1] http://www.pachakuti.org/textos/hemeroteca/2014/berta-caceres.html

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