El crimen de Berta Cáceres, feminista y medioambientalista Hondureña
“Los cuerpos
de las mujeres se convierten en objeto, en botín de las transnacionales, de
estos proyectos de dominación, de opresión múltiple. No solo es el capitalismo
depredador, sino que también el patriarcado y el racismo, que se triplica más cuando somos mujeres
indígenas o negras”, Berta Cáceres.
Rocío
Alorda Zelada
Periodista-
Mg. Comunicación Política
No alcanza la rabia, la tristeza ni la
indignación para escribir sobre la muerte de Berta Cáceres, nuestra hermana
feminista hondureña asesinada hace pocas semanas. El crimen político de Berta nos
ha dejado sin aliento. Han asesinado a una de las mujeres más guerreras de
nuestro continente quien junto al Consejo Cívico de Organizaciones Populares e Indígenas de
Honduras (COPINH)- organización de la cual fue co-fundadora- , logró
detener la instalación de una represa de capitales chinos financiada por el Banco Mundial en el Río
Blanco de Honduras, un río ancestral donde habita el espíritu femenino desde la
cosmovisión del pueblo Lenka.
La organización de las comunidades que lideró
COPINH, permitió que se reconocieran los derechos internacionales indígenas y
se bajara el proyecto debido a que la comunidad se negó a la privatización de
ese río sagrado. “Cuando iniciamos la
lucha por el Río Blanco, me metía al río y podía hablar con el río y yo sabía
lo duro que iba a ser, pero sabía que íbamos a poder, el río me lo dijo”,
señaló Berta en una entrevista sobre el proceso de paralización del proyecto
hidroeléctrico.
Esa lucha la llevó a recibir en abril del
2015 el Premio Medioambiental Goldman donde en la ceremonia señaló “despertemos, despertemos humanidad, ya no
hay tiempo, nuestras conciencias serán sacudidas por el hecho de estar solo
contemplando la autodestrucción basada en la depredación capitalista, racista y
patriarcal. Construyamos entonces sociedades capaces de coexistir de manera
justa, digna y por la vida. Juntémonos y
sigamos con esperanza defendiéndonos y cuidando la sangre de la tierra y de sus
espíritus. Dedico este premio a todas las rebeldías, a mi madre, al pueblo Lenka,
al Río Blanco, al COPINH, a las y los mártires por la defensa de los bienes de
la naturaleza”.
Nos
indigna y nos entristece que solo por defender la vida se le haya arrebatado la
vida a Berta, sin embargo, sus palabras, su visión integral, su feminismo siguen vivos y estarán
en la memoria de todas aquellas mujeres y hombres que hoy luchan por defender
la soberanía de sus territorios. Desde la Marcha Mundial de las Mujeres –Chile,
la recordamos y homenajeamos en su total grandeza y a través del legado que nos
ha dejado a las feministas: su rebeldía, su lucha contra el patriarcado, el
racismo y el capitalismo, su amor por la
vida y los bienes naturales.
Berta, la mujer Lenka
Por más de 20 años, Berta Cáceres fue una inagotable defensora
de los derechos del pueblo Lenka y de su territorio. Mujer indígena,
ambientalista, feminista y coordinadora del Consejo Cívico de Organizaciones
Populares e Indígenas de Honduras fue una de las voces principales por “la
justicia social, la administración de los recursos naturales y los derechos de
la mujer en Honduras[1]”.
En palabras de Berta, COPINH se constituyó como un espacio
de emancipación para desmontar diversas formas de dominación como el
capitalismo, el patriarcado y el racismo. Actualmente, dicha organización agrupa a 200 comunidades Lenka, poblaciones nativas
que están organizando la resistencia por la defensa de sus territorios
ancestrales.
Luego del derrocamiento del gobierno se Zelaya los
movimientos sociales y las comunidades indígenas fueron duramente golpeados por
el modelo neoliberal, el que se concentró en la privatización de los bienes
naturales.
“El 30% del territorio, en Honduras, ha sido
entregado a las multinacionales mineras o hidroeléctricas. Son más de 300
empresas ilegales, que prosperan en la corrupción imperante y sin el
consentimiento de las poblaciones. La conflictividad es alta. En Honduras está
la más grande base militar gringa de la región, y la militarización ha crecido
todavía después del golpe de estado del 2009: sobre todo en la región mosquipa,
una zona inmensamente rica de Honduras, territorio que comprende cuatro pueblos
originarios. Un lugar que custodia muchas riquezas hídricas, petróleo y de
biodiversidad”, sostuvo Berta en entrevista con el
Diario Italiano Il Manifesto.
El duro caminar de resistencias y luchas de Berta y su
organización se vio duramente dañado por la ola de violencia que acompañó este
proceso de avance neoliberal en el territorio hondureño. Dicha violencia
estructural ha generado que en la actualidad sea la nación con el más alto índice de homicidios en el mundo: 89
cada 100.000 habitantes, más que en los países donde hay conflictos armados.
La incansable lucha de Berta por defender el territorio indígena de mega
proyectos, tuvo un alto precio: los últimos años sufrió amenazas, procesamientos vejatorios en cárceles, ataques y el asesinato de dos de sus
colegas. Sin embargo, a pesar de eso Berta Cáceres continuó su lucha
inagotable, transformándose en un referente esencial en defensa de los territorios, la espiritualidad, la cultura y la autonomía
de la Vida indígena y en una de las más respetadas defensoras de los Derechos Humanos
en Honduras.
Su visión política, un legado para las
mujeres
El asesinato de Berta cala hondo no solo porque se le ha
quitado la vida a una gran dirigenta indígena y feminista que lideró
importantes procesos de resistencia de su pueblo, sino porque se calla una voz
que lúcidamente logró denunciar el modo en que se articulaba el capitalismo, el
racismo y el patriarcado en América Latina.
Como mujer Lenka pudo constatar cómo los pueblos indígenas
resistieron en el pasado contra la esclavitud y cómo lo hacen en el presente
con el colonialismo capitalista y estatal.
Berta señalaba “para
nosotros no ha sido fácil, actualmente los pueblos indígenas que luchan por su sobrevivencia se enfrentan a
poderes aún peores que hace 500 años. La
esclavitud que estaba entonces con cadenas, ahora es también una esclavitud cultural.
Ante estos desafíos hacemos resistencia,
luchamos, nos organizamos, nos articulamos y nos enfrentamos a retos tan tremendos como son la pobreza,
la miseria, la exclusión total de
un sistema racista que lo es en todos los ámbitos, incluso en las instituciones y que es favorecido
hoy por el golpe de Estado”.
La lucha de Berta por resguardar la vida y los bienes
naturales era múltiple, ya que se enfrentaba a los megaproyectos, a la
privatización de los ríos, playas y montañas, a la explotación minera y a todas
las leyes que favorecieran a las transnacionales.
Sin embargo, su visión iba mucho más allá: “las luchas fuertes ahora son por la defensa
de los ríos, de los bosques, de los territorios,
de la autonomía, contra las
transnacionales, pero también tenemos
una lucha frontal contra la
militarización, la represión, contra todas las formas de opresión, no
solo lo que viene de la oligarquía o de las transnacionales, sino también
contra la opresión del patriarcado, contra el racismo”, señaló Berta.
En agosto del año pasado, Berta visitó Colombia para
participar de un encuentro de mujeres. En ese espacio compartió diversas
experiencias de defensas de territorios y lucha de las mujeres por la
soberanía, haciendo una clara reflexión sobre el proceso de expansión del
capitalismo a través de los Tratados de Libre Comercio y el financiamiento de
organismos internacionales, así como la violación a los Derechos Humanos que
genera dicho proceso y sus efectos en la vida de las mujeres.
“Enfrentamos una triple dominación que es
el capitalismo, el patriarcado y el racismo. Nosotras las mujeres llevamos esa
triple lucha y quisiéramos que también los hombres la llevaran para ir desmontando
toda forma de opresión”, señaló Berta en una entrevista para ese
encuentro. Además, explicó cómo su organización –mixta- asumió la lucha contra
el patriarcado como un posicionamiento político, realizando una fuerte labor
por los derechos de las mujeres en Honduras.
Esa fuerza que emanaba Berta, era una energía que se
alimentaba de su lucha constante por la soberanía y por el amor que sentía por
la vida. “Todas las mujeres en muchos sentidos somos guerreras incluso aunque no
estemos organizadas. Somos guerreras porque estamos luchando por los ríos, por
el agua, por la salud, por la soberanía alimentaria, por las semillas, por el
conocimiento ancestral, por todas esas formas de sabiduría, educación y cultura
que es lo que ha permitido que el planeta esté sobreviviendo, aunque es un
planeta agonizante. Nosotros como pueblo Lenka somos custodios de esa forma de
vida”.
A pesar del dolor, la lucha de Berta no queda inconclusa,
ya que sembró la rebeldía en mujeres, pueblos y comunidades no solo en Honduras
sino que en todos quienes la conocieron. Hoy sus hijas –Olivia, Berta y Laura – se han levantado para
denunciar la criminalización de la cual fue víctima su madre y sobre todo para
mantener vivo su espíritu de lucha.
“Una de
las convicciones más fuertes de mi mamá era la justicia, la rebeldía, el amor
por la vida y la integralidad de entender la vida con todas sus dimensiones-
dijo su hija Berta-, por eso queremos que sea recordada como una luchadora integral,
rebelde, llena de amor y apasionada. Como lo que ella era, una mujer que tenía
una gran integralidad en su pensamiento, en su lucha y que nos legó una mirada
antisistémica, de esperanza y de lucha por la autonomía”.