La Marcha Mundial de las Mujeres Chile se compone de una diversidad de feminismos en los distintos territorios. Nuestros puntos de encuentro son propuestas que van más allá del proceso constituyente que hoy se vive en Chile. Nuestras perspectivas al interior del movimiento son similares, porque nuestro activismo y acción militante feminista antipatriarcal, antiracista y anticapitalista se proyecta en el tiempo.
Es crítica a los fascismos derivados del (neo)colonialismo, capitalismo, racismo, entre muchas otras opresiones. Buscamos desde nuestro quehacer, crear desde las palabras nuestras acciones. En ese sentido, nos hemos agrupado con tácticas y estrategias críticas a la institucionalidad y prácticas conducentes a un cambio de paradigma para un buen vivir.
Presenciamos y vivimos cómo el Estado chileno mostró su horror en la Revuelta Popular develando las prácticas dictatoriales en la falsa democracia en la que habitamos, con la herida del pueblo mapuche reprimido durante siglos de persecución en Wallmapu. Mientras había cada vez más encarcelamientos políticos y en las calles se estaba matando, torturando y reprimiendo con la militarización encima de nuestras cuerpas, parlamentarios suscribieron al “Acuerdo por la paz social y la nueva Constitución” a espaldas de un movimiento que criticaba a esa misma élite política.
Sabemos que en las asambleas territoriales y organizaciones populares locales se discute la trascendencia de este proceso constitucional y se deja en libertad de acción a sus integrantes. Por nuestra parte, muchas de nosotras iremos ese día con un voto crítico, otras dudamos, respetando las sospechas y desconfianzas de quienes válidamente no se sienten convocadas a participar, pues así es como nos construimos desde nuestras diferencias, porque sabemos que nuestra lucha no se acaba en un plebiscito.
Como organización política, es imposible no discutir o marginarse de este proceso, por ello, nos manifestamos por el Apruebo, que sin embargo apenas será el comienzo de un proceso mayor para derrocar la constitución heredada de la dictadura cívico-militar; que esperamos se haga a través de la Convención Constitucional integrada por representantes del pueblo y no por los mismos de siempre.
En este proceso de acumular fuerzas, nos sentimos especialmente convocadas por nuestras hermanas indígenas, nuestras compañeras afro-descendientes, por las mujeres que integran la diáspora migrante, las disidencias sexuales, personas en situación de discapacidad, y por todes quienes ven en este proceso una oportunidad de transformación.
Sabemos que las leyes y los aparatos institucionales recaen con mayor violencia en los pueblos y las mujeres, que nos vemos enfrentadas a una violencia institucional y simbólica no reconocida como estructural. Queremos correr el cerco y aclarar las dudas sin entregar la discusión a los pinochetistas que ahora se disfrazan de “socialdemócratas” y al fascismo que se agudiza con mayor fuerza y despliegue en los territorios. El pueblo movilizado no está de acuerdo en dejar en la impunidad a las “fuerzas del orden”, ni dejar actuar sin las responsabilidades correspondientes a las orgánicas patriarcales que instala la izquierda tradicional, la cual nos dejó a todes abajo cuando la alegría nunca llegó.
Queremos botar la constitución de Pinochet, porque nos interesa que el pueblo tenga la posibilidad de tener voz en un proceso que pueda mejorar sus condiciones de vida. Pero, desconfiamos de este proceso hecho a la medida de aquellos que buscan salvar este régimen político en pos de sus beneficios económicos, contrarios al buen vivir y la autonomía de los pueblos. Simplemente, sabiendo que muchas de nosotras participamos en diversos espacios sociales, no olvidamos que muchos de nuestros espacios rechazaron este acuerdo al otro día de ser firmado. Piñera está a la cabeza de un proceso - que debiera ser el más democrático que vive este país desde “la vuelta a la democracia”- aun sabiendo que sigue existiendo impunidad hacia su figura, como el responsable político de la vulneración a los derechos humanos de miles de personas, manteniendo en las cárceles a más de 2.500 presos políticos.
La Marcha Mundial de las Mujeres Chile, valora las declaraciones críticas al proceso con propuestas concretas a lo que debiera integrar una nueva Constitución, así también asignamos importancia a otras luchas y a todas las demandas que se levantaron durante el estallido social. Creemos que este es un momento de creación de los cimientos de una nueva sociedad, por ello la educación popular y la formación política, es el camino para acumular fuerzas para un tiempo largo de debate y reflexión, dotándola de contenido anticapitalista, antirracista y antipatriarcal que no ignore las fuertes contradicciones que vive la humanidad. Sin embargo, sabemos que estas no se resolverán con este proceso constitucional, menos aún dada la imposibilidad de discutir un cambio en el sistema económico donde impera el capital y no la vida de las personas y cuya matriz productiva atenta gravemente a la sustentabilidad del planeta y de quienes lo habitamos. Por eso hacemos un llamado a no dejar la calle ni la protesta social, a mantener activa la comunidad y la solidaridad popular.
Necesitamos que se multiplique y consolide el tejido social con sus prácticas comunitarias respetuosas y solidarias. Así también en gesto de solidaridad, respetamos los procesos de campaña por el apruebo de otras organizaciones y movimientos sociales, ya que el reconocimiento de corporalidades e identidades en la Constitución, sí puede traer frutos y en este contexto valoramos todas las acciones que se lideran desde los movimientos feministas organizados y emergentes a lo largo del país.
Nuestra Quinta Acción Internacional de la Marcha Mundial de las Mujeres 2020, que culmina este 17 de octubre, tiene en su plataforma reivindicativa “poner la vida en el centro”, lo que significa defender la soberanía alimentaria, la economía de los cuidados, la salud sexual y reproductiva, la violencia hacia las mujeres, la justicia climática, los bienes comunes, que conlleva el control comunitario y la autonomía de los pueblos. No estamos ajenas entonces a pensar un mundo diferente para las mujeres que han sostenido a través de diferentes generaciones la lucha por una vida digna y un buen vivir para los pueblos.
En la construcción de una nueva Constitución, queremos escuchar, desde un feminismo trans-generacional, a las mujeres sobrevivientes de la Dictadura, a mujeres pobladoras y rurales, como también la opinión de niñes y jóvenes. Exigimos que sea plurinacional, anti patriarcal y antirracista, y que garantice las demandas instaladas durante todos estos años de lucha social: Derecho a decidir sobre nuestras cuerpas; territorios libres de extractivismo y zonas de sacrificio; justicia social y participación popular; derecho a la vivienda, a la salud y a una educación de calidad; etc. En este sentido, estaremos alertas y participaremos activamente del control social y la movilización popular.
Resistimos para Vivir, Marchamos para transformar
Seguiremos en Marcha hasta que todas y todos seamos libres